Imbuido del espíritu de Plutarco cantaré una oda a esos seres que en nuestro centro de trabajo nos siguen y nos persiguen para buscar nuestros yerros.
Quien más, quien menos, se ha encontrado alguna vez con una “mojada de vizcaína” –que diría Arturo Pérez Reverte– en la espalda, a la altura de los omóplatos y claro, como dice un viejo proverbio africano, “si alguien te ha mordido te ha hecho recordar que tú también tienes dientes”, a la primera oportunidad, devolvemos la “mojada” con igual o superior contundencia que la recibida. Esto es humano y la condición humana, es la que es.
El enemigo en la empresa es ese ser bajito y despreciable –así lo vemos, aunque puede ser una rubia preciosa- que siempre está acechando, velando por nuestras cosas, buscando la ocasión por todas partes, recorriendo sistemáticamente toda nuestra vida profesional, indagando, en lo posible, lo que haces y cómo lo haces, explorando y escudriñando tus decisiones.
El enemigo está pendiente de nuestros errores, y sigue nuestras huellas. ¿Qué provecho podemos sacar a esto? El enemigo nos obliga a ser cuidadosos, a no hacer ni decir nada con indiferencia e irreflexivamente, en otras palabras, el enemigo nos obliga a ser irreprochables, en definitiva, mejores profesionales.
Si tras el párrafo anterior estás pensando en guardar la daga y no asestar la puñalada mortal que enviaría con “la cierta” a la rubia preciosa, te recordaré a Diógenes y ese dicho, muy propio del filósofo y político: “¿Cómo me podré vengar de mi enemigo? Siendo tú mismo bueno y honrado”.
Si por el contrario aún piensas aquello de que al enemigo –la rubia- ni agua, y el bacalao por cajas, no ataques su falta de profesionalidad, su escaso compañerismo o su corte de pelo al estilo de los 80. Sé sincero, moderado, amable y justo. Aprovecha la oportunidad que te brinda el enemigo ensalzando tus puntos débiles, con ello, serás consciente de su existencia y por tanto de la posibilidad de minimizarlos.
Por todo lo anterior Antístenes dijo muy bien que los que quieren salvarse necesitan amigos auténticos o enemigos ardientes. Pues los unos amonestan a los que se equivocan, y los otros, al censurarlos, los alejan del error.
El próximo día prepararé un post sobre los amigos. Estos también tienen tela.
Hola,
Acabo de descubrir tu blog de casualidad y me parece muy interesante.
Así que quería felicitarte personalmente por el buen trabajo que realizas.
Tienes un nuevo lector a partir de hoy.
Saludos,
Gracias Juan,
He visto que tienes varios blog. En breve te haré una visita.
Un saludo,
Interesante artículo, muy bien argumentado y ameno.
Nunca me había planteado tanto sobre los enemigos, jeje.
Me encantó tu reflexión, espero con gusto el de los amigos 🙂
Un saludo,
SuKi
Eso que comentas de los enemigos solía sufrirlo hasta que conocí a mi “amigo” Tsun Szu, quién me mostro con su “Arte de la Guerra” todo lo que hay que saber para ganar en la terrible batalla empresarial…te lo recomiendo.
Buenas.
Veo que SM, para no variarse me ha adelantado. Yo que quería hablarte del “Arte de la Guerra”.
Me ha gustado mucho el post si señor y creo que las ideas transmitidas en el deben de ser bien empleadas.
Un saludo
Hola amigos,
Como diría el amigo Reverte “os juro por mis muertos más frescos” que en varias ocasiones he intentado leer a Tsun Szu, es más, llegué a comprar un libro con un título algo así como: “El Arte de la Guerra para torpes” en el que se desmenuzaba el libro. Nada, ni por esas, siempre se ha cruzado algo para dejarlo en las primeras páginas. Ayer rescate el libro de la estantería y la versión “para torpes” y los he puesto sobre la mesa de noche. Ya veremos esta vez.
Suki, tienes mi voto en los premios Bitacoras 2008. Y esos dos curtidos blogueros (SM y José Luis también).
Si alguno gana que se pague unas cañas.
Un saludo,
jajaja, hecho 🙂