Una manera de endeudarte hasta las orejas, no muy utilizada por los españolitos a la hora de comprar una vivienda que te obligue a trabajar toda tu vida para el banco, son los créditos en moneda extranjera. El caso es que endeudarte en yenes o francos suizos rebajaba, ciertamente, las cuotas mensuales. El Euribor subía y el deudor en moneda extranjera suspiraba con alivio golpeándose el pecho y felicitándose por su atinada elección, amén de enviar una botella de güisqui al director de la sucursal bancaria de turno.
Profesionalmente tuve la oportunidad de “echar un ojo” a esta modalidad de crédito hipotecario hace un año más o menos y sobre esas fechas tuve noticia de algún conocido que tenía su hipoteca en yenes.
El euro no sólo se ha derrumbado frente al dólar en las últimas semanas, sino también (y sobre todo) frente al yen japonés
Durante un tiempo todo ha funcionado sobre ruedas pero desde hace un par de meses la cosa pinta negra. El euro no sólo se ha derrumbado frente al dólar en las últimas semanas, sino también (y sobre todo) frente al yen japonés: la divisa europea ha perdido más del 29% de su valor desde los 170 yenes de agosto a los menos de 120. Esto significa que las cuotas ahora se han disparado a niveles asfixiantes y el titular de estas hipotecas hoy se plantea cambiar de divisa.
Leí en Expansión hace poco que el remedio –cambiar de divisa- es peor que la enfermedad, motivo, si quieres cambiar hoy tienes que pagar una penalización y después hay un pequeño detalle: que con el movimiento de la divisa no sólo sube la letra mensual, sino también el importe total de su deuda; y que, al cambiar de divisa, se consolida esa subida en el valor de la hipoteca ya para siempre. Es decir, si ahora alguien quiere cambiar su hipoteca de yenes a euros, no lo hará por el valor inicial del préstamo, sino por un 30% más.
En otras palabras, hoy mejor no mover nuestra hipoteca en yenes, aguantar el tirón, mantener la calma y esperar, eso sí, hay que pasar por la sucursal bancaria de turno y exigir la botella de güisqui que con alegría infinita regalamos hace tiempo.
Para más información aconsejo leer: “Entrámpate tío”