Ayer me acerqué al Círculo de Bellas Artes para asistir a la Cumbre de Gestión Sostenible. Según se contaba en los mentideros del Círculo se habían acreditado cerca de mil personas y tras la jornada, el balance lo considero positivo.
Lo más destacado, a mi entender, fue la jornada matinal que contó con las charlas de Gustavo Piera (presidente Grupo CMR), Amparo Moraleda (directora de Negocio de Iberdrola) y Juan José Barrera (Dtor. Gral. De la Economía Social – Ministerio de Trabajo e Inmigración).
Tras las charlas y mientras degustaba un soberbio buffet reordené mis notas y me quedó claro que el terrible problema es lo intangible del conocimiento. Todos coincidíamos en que la empresa actual se encuentra en un entorno de globalización, competencia, revolución tecnológica, acercamiento a la sociedad y cambios en los activos generadores de valor (capital intelectual o conocimiento).
Los activos intangibles son los nuevos creadores de valor empresarial y fuente de ventaja competitiva. Cada vez más, las empresas basan su éxito y supervivencia –o deberían hacerlo- en la innovación y en la gestión y creación de conocimiento. La innovación abarca la creación de nuevos productos y servicios, la implementación de nuevos procesos, los cambios en la gestión de clientes y en los modos de trabajar y organizar la gestión empresarial o el desarrollo de personas, relaciones y nuevos mercados.
Esto plantea la necesidad de proporcionar información sobre estos activos y la posibilidad de trasladar esta información al balance de la empresa. Ahí es donde radica el problema y ahí es donde entra la Responsabilidad Social de la Empresa. Claro que, como comentó el director general de Economía Social, la RSE es “voluntaria” si bien no excluyo el desarrollo de un marco normativo que impulse su promoción.
Respecto al papel de los poderes públicos en la promoción de aspectos socialmente responsables, Barrera repasó algunas de las últimas leyes aprobadas al respecto como la Ley de Dependencia, la Ley de Igualdad o el Código Unificado de Buen Gobierno, entre otros.
En definitiva, esta jornada me sirvió para recordar viejos temas que ya he tocado en varias ocasiones en el blog (calidad, RSC, reputación, etc.), saludar a varios conocidos y tener la certeza de que se está trabajando en distintos sectores para potenciar el conocimiento, única nave capaz de capear el actual temporal y seguir navegando en la confianza de que seremos capaces de sortear cualquier dificultad por mala mar que tengamos.
El mundo de los intangibles es apasionante. Recuerdo que comenzaron a estudiarse a finales de los 90 con toda la corriente del Capital Intelectual y se intentaron hacer modelos que los medían. Sin embargo, aunque dichos modelos creo que no lograron todo su objetivo, no cabe duda que es lo que marca la diferencia entre empresas y personas. Como dice el autor del Principito, “lo esencial es invisible para los ojos y añadiría que a los modelos de empresas. Un saludo
Hola Pilar.
El terrible problema de los intangibles es cómo ponerlos en el balance de la empresa. No toda la inversión en actividades y recursos de esta naturaleza deriva en un reconocimiento contable, ni mucho memos. Por ejemplo la valoración y reconocimiento de los intangibles generados internamente por la empresa, más concretamente, los gastos de Investigación y Desarrollo, es un tema que desde hace tiempo siembra gran controversia y debate. ¿Cómo medir este activo de forma fiable?. Las NIC definen un activo intangible como todo “activo identificable, de carácter no monetario y sin apariencia física”. En cualquier caso las normas contables aún estan lejos de regular con clariad y eficacia los intangibles en la empresa para pasarlos al balance, por ello un número creciente de empresas ha optado por la preparación de informes de capital intelectual en los que, siguiendo las recomendaciones del informe RICARDIS, dan información sobre la actividad y objetivos de la empresa, su estrategia y saber hacer. Espero que en un futuro se cree un sistema de comunicación homogéneo de información sobre intangibles, un estandar que permita aportar información comparable y relevante sobre los mismos, en otro caso seguiran siendo minusvalorados. Un saludo.
El paso importante para una empresa basada en el conocimiento es, como bien dices, una contabilidad que lo contemple. Se llevarían muchas sorpresas. Y acabarían valorándolo.
Un abrazo.
Hola Lobo Estepario.
Efectivamente pero ajustar las normas contables llevará su tiempo. Desde AECA en España se trabaja en ello pero aún no hay un estandar claro y con el apoyo de todos los actores implicados.
Un saludo.