Hace unos días, sobre la una de la mañana, mi amigo Agustín Muñoz -el Agustín- me dedicaba su libro “Geología y vinos de España”. Han sido tres años de duro pero agradable esfuerzo -ya se sabe, sarna con gusto, no pica- desde que nació la idea, se le dio forma y se plasma por último en un volumen de cerca de 550 páginas que albergan más de 800 fotografías, ilustraciones, mapas y tablas. El libro, que analiza la relación entre la geología, entendida en su sentido más amplio, y la cultura del vino, pretende dar a conocer de forma divulgativa las diferentes variantes que dan personalidad propia a las denominaciones de origen de España.
¿Qué relación tiene Nelson con una barrica de delicioso amontillado? En Geología y Vinos de España la respuesta
Esta obra, de cuidada encuadernación y cercana a los dos kilos y medio de peso -imposible leerla por la noche en la cama- describe, en primer lugar, las variedades de vid existentes en nuestro país, la importancia de los procesos de selección y la utilidad del cultivo de la vid en la restauración de antiguas zonas mineras.
Las características del suelo y su influencia sobre el vino, así como la dependencia del suelo respecto a su entorno geológico también son analizadas en otro capítulo de esta obra que, además, aporta una descripción de las 69 Denominaciones de Origen españolas, agrupadas según criterios geológicos en 10 zonas fundamentales. Y es que, por si no lo dije antes, Agustín es geólogo además de una persona entrañable y para más honra, maño.
‘Geología y vinos de España’ incluye, asimismo, un interesante Anejo en el que se ofrecen datos de producción de vino e información sobre el año de constitución de las diferentes Denominaciones de Origen y sobre el número de bodegas que las integran.
Resultan curiosas las anécdotas que relata Agustín en su libro como la de Nelson que a su muerte a causa de las heridas sufridas en la batalla de Trafalgar, al ser considerado una gloria nacional merece una honras fúnebres y una tumba, y no el mar como el resto de los caídos, por lo que se decide transportar el cadáver al Reino Unido y enterrarlo allí, en Londres. El cuerpo llegó a su destino en buen estado, pese a la duración del viaje de retorno -cuatro semanas y media-. Su mortaja de viaje fue una barrica, siendo sumergido primero en brandy y luego en amontillado. De haber sido este hecho más conocido, es posible que en Trafalgar Square, junto a la columna de Nelson, se encontrase también una barrica de vino andaluz.
Libros sobre vinos hay por cientos -o miles- ahora, como el del Agustín, ninguno.
Para más información sobre la obra contacta con el Colegio Oficial de Geólogos (icog@icog.es– Telf.: 915 532 403)