Inicio Sociedad Relatos Cazador de dragones

Cazador de dragones

Recientemente en un almuerzo de trabajo salió una historia muy aleccionadora de los tiempos que corren y la proliferación de distintas actividades formativas que no están sujetas a las demandas reales del mercado de trabajo, y solo tienen como finalidad, enriquecer a quien imparte el curso.

0

Recientemente en un almuerzo de trabajo salió una historia muy aleccionadora de los tiempos que corren y la proliferación de distintas actividades formativas que no están sujetas a las demandas reales del mercado de trabajo, y solo tienen como finalidad, enriquecer a quien imparte el curso, y como daño colateral, dejar vacía la cartera del alumno a la par que se le quita la ilusión y se le hace perder un tiempo valioso. La historia más o menos venia a ser así:

proliferación hoy actividades formativas que no están sujetas a las demandas reales del mercado de trabajo, y solo tienen como finalidad, enriquecer a quien imparte el curso

Un joven, sobradamente preparado, finalizó sus estudios y alcanzó la maestría en el noble arte de la caza del dragón. Sin tardanza creó una empresa y alquiló un despacho para poner la que sería su primera sede.

El joven contrató a un diseñador de interiores para su nueva oficina. También se hizo con los servicios de un Community Manager para abrir y mantener su perfil en todas las redes sociales del momento. No se le escapó la necesidad de hacer una campaña en los medios de comunicación tradicionales, así como una gran inauguración.

Tras la resaca de la primera semana y su puesta en sociedad, se sentó en su mesa de caoba y esperó con la puerta abierta la llegada de su primer cliente. Transcurrida una hora consultó con su secretario si había línea telefónica y es que, le resultaba extraño no haber recibido aún a nadie. Pasó el día y nadie se acercó. Al día siguiente cayó en la cuenta de que no había puesto una placa en la entrada a su oficina. A las 24 horas tenía una preciosa placa en la entrada al edificio. La más grande y llamativa que encontró.

Los días pasaron y se tornaron meses. Al cuarto mes, algo desesperado, dejó el despacho y se acercó a la cafetería de la esquina. Allí se encontró con el director de su master de cazador de dragones y, con respeto, pero algo mosca le comento:

-Llevo cuatro meses trabajando por libre y no ha venido ningún cliente, don Luis.

– Veamos, joven. Todo requiere un tiempo y el enfoque adecuado al negocio.

– Sí, pero han pasado 4 meses y nadie me requiere para cazar dragones ¿Cómo lo hizo usted?

– Monté una escuela y enseñé a otros a cazar dragones.

Como muestra de lo anterior, un estupendo post de Gaby Castellanos sobre este asunto. Se puede decir más fuerte, con mayor o menor tino y con la delicadeza que la sensibilidad de cada uno quiera pero, más claro, imposible.

Artículo anteriorDía de los inocentes en la Moncloa
Artículo siguienteInfluencers, Youtubers y otras hierbas
Desde hace más de 30 años ha estado ligado y promoviendo actividades relacionando la geología y geociencias con los recursos electrónicos, internet y las redes sociales y científicas. En 1993-1996 dirigió la publicación “El Geólogo” y en 1997 fundó “El Geólogo Electrónico”. En el ámbito de las webs y redes científicas, es community manager del Colegio Oficial de Geólogos de España (ICOG). Webmaster de la revista Tierra y Tecnología, de la página institucional del ICOG y de la Red Española de Planetología y Astrobiología (REDESPA). Profesor encargado de la Unidad de “Redes y otras plataformas 2.0” del Módulo de Ciencia y Sociedad del Curso online de Planetología y Astrobiología de la Escuela de Geología Profesional. Delegado de Protección de Datos del ICOG. Experto en digitalización del sector de colegios profesionales.

SIN COMENTARIOS

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Salir de la versión móvil