Pueden nuestros lectores pensar que hemos entrado en un ámbito más de la filosofía que del Management, pero es justamente en la esfera de los negocios y las organizaciones donde se encuentra uno de los laboratorios de ensayos del ser humano que mejor refleja su naturaleza. Hoy damos réplica a Jeff Haden, uno de los más conspicuos pensadores del Management actual, que afirma (con razón) que a veces el camino a la felicidad depende más de lo que uno no hace, que de obstinarse en hacer determinadas cosas.
Con frecuencia, tanto el nivel de satisfacción en la vida profesional como la felicidad en la personal, está más vinculada a dejar de hacer algo más que a hacerlo. ¿Quizás determinados compromisos asumidos que se tuvieron que aceptar forzosamente? Es probable. A veces cuesta más decir no a manifestar lo que de verdad se siente, y esto siempre acarrea cierto grado de insatisfacción.
Buscando culpables
El mecanismo defensivo más habitual es el de echar culpas a los demás, más próximos o más lejanos (da igual); la cuestión es que la culpa no la queremos tener entre nuestras manos, porque es responsabilidad de otros. Jeff Haden describe un panorama tan real como la vida misma: “Las personas cometen errores. Los empleados no cumplen sus expectativas. Los proveedores no realizan sus entregas a tiempo. Por eso les echan la culpa de sus problemas. Pero también es uno a los que hay que echarle la culpa”. Claro, dicho así parece que Haden denuncia y no da solución. Pero sí que lo hace, cuando explicita algunos de los motivos por los cuales pueden darse este tipo de escenarios:
- No brindar la suficiente capacitación
- No haber sabido construir su esfera de influencia
- Algo mucho más simple, como que tal vez pide demasiado y demasiado pronto
Respecto a su “esfera de influencia” lo tratamos oportunamente cuando analizamos el “círculo de seguridad” de Simon Sinek como uno de los enfoques más novedosos del Managementactual. Pero hoy aquí estamos analizando algo más profundo, lo que entra en el ámbito de la visión interior de cualquier persona. Haden dice que “nadie quiere su ropa, ni su coche o posesiones, su título o sus logros. Esto son solamente cosas. La gente puede que le gusten estas cosas, pero eso no significa que le guste usted”. Simple, pero contundente.
Es que vamos directos a la raíz del establecimiento de las relaciones interpersonales, aquellas que se sustentan en valores. Porque cuando aparece lo material a contrario-sensu de los principios y valores de la persona, ello supone una manera de ser superficial, pero además algo carente de fundamento. Y una relación que no se basa en una buena sustancia emotiva, en la confianza del uno en el otro, no es una relación real tal y como debe entenderse.
Ser una persona auténtica
Y llegados a este punto, aparece aquella categoría que también explicamos oportunamente: la persona auténtica. Porque las relaciones que son auténticas le hacen a uno feliz y solamente podrá crear vínculos de relaciones genuinas cuando deje de tratar de impresionar y se dedique a ser mismo. A ser una persona auténtica. No superficial, porque hará un esfuerzo que antes o después le dejará en evidencia. No se puede engañar ni simular siempre.
Aferrarse a sus tópicos, prejuicios y creencias
Cuando una persona es insegura, o tiene miedo, se aferra a lo que conoce y a lo que sabe que funciona como en el caso de tareas que tienen que ser modificadas, por ejemplo, por la innovación tecnológica. Pero es más: se aferran a veces a cosas que saben no les son favorables, con tal de no experimentar las nuevas o por miedo a efectuar ese cambio de escenario.
Haden certeramente dice “La ausencia de miedo o inseguridad no es la felicidad. Es solamente ausencia de miedo”. El desarrollo y difusión de la inteligencia emocional a partir de Daniel Goleman en los años 90, ha sido decisivo para demostrar que aferrarse únicamente a lo que cree que necesita (sus creencias y sus tópicos) no le hará más feliz; por el contrario, es conveniente dejarse llevar para poder llegar a un nuevo estado emocional que le haga sentir bien consigo mismo y que favorezca las relaciones con los demás, pero sin dejar de intentar lograr lo que desea.
Claro está que partiendo de la base que reconoce “que el otro existe” y que también tiene estados emocionales similares a los suyos. Usted no es el centro, sino que forma parte de un círculo más o menos importante (su equipo, el departamento, sus familia y amigos) en el que las emociones se retroalimentan. Cuanto más positivas sean dichas relaciones interpersonales, la felicidad no tendrá vallas publicitarias, pero lo experimentará como una suerte de alivio y de comodidad de formar parte de ese entorno al que pertenece: trabajo, familia y amigos.
Lamentarse
Aún en el caso de que fracase en lograr lo que desea, el acto de intentarlo por su cuenta le hará sentir mejor con usted mismo. Lamentarse le hará sentirse peor, no mejor. Si algo está mal hecho o funciona mal, no pierda el tiempo quejándose. Ponga todo su esfuerzo y empeño en mejorar la situación. A menos que quiera quejarse durante toda la vida, igualmente tendrá que empeñarse en salir de la situación o corregirla en algún momento. Por eso, ¿para qué perder el tiempo? Mejor arreglar las cosas hoy que mañana.
Haden es incisivo al decir que “No hable de lo que está mal. Hable de cómo hacer las cosas mejor, aún en el caso que la conversación sea únicamente con usted mismo. Y haga lo mismo con sus amigos y colegas. No se convierta solamente en el hombro en el cual ellos lloran. Los amigos no dejan que sus amigos se quejen. Los amigos ayudan a los suyos a que sus vidas sean un poco mejores”.
Control sobre la vida de los demás
Si es el jefe o incluso el propietario, tiene el control en última instancia. Pero lo único que realmente controla es a usted mismo, ya que si siente que la única misión que tiene en la vida es controlar al resto de su gente, ha decidido que sus objetivos, sus sueños o incluso sus opiniones, son más importantes que la de los demás. Haden se refiere a estas situaciones como que es un “control a corto plazo” ya que tiene sentido en base a la autoridad, incluso la fuerza (poder) para ejercerlo. Pero ninguna de estas situaciones le hará sentirse feliz con usted mismo.
Lleva razón ya que los principios de un liderazgo efectivo que ayuden a ese sentimiento de felicidad en la gente, es que hay que rodearse de gente que quiera ir hacia donde quiere ir, que realmente quieran seguirle (principio elemental del liderazgo) y por lo que estarán dispuestos a trabajar duro, crear buenos ambientes de trabajo, que haya sonrisas y no lágrimas, desterrando el estrés negativo, posibilitando mejores relaciones interpersonales dentro de la organización y hacia fuera, lo que es bueno para el negocio.
La crítica
Haden es un excelente narrador y creador de escenarios para que pueda entenderse el alcance de lo que sostiene, como por ejemplo, cuando dice que “Sí es más educado, tiene más experiencia, ha escalado muchas más montañas y peleado con enemigos poderosos (…),todo este bagaje no lo hace más listo, mejor o más perspicaz. Lo único que provoca es que sea único, diferente, de una tipología o carácter determinado pero, en el fondo, usted mismo”. Una manera de decir que cada persona, al ser diferente, no es ni peor ni mejor porque lo fundamental es saber apreciar y valorar las diferencias en vez de las deficiencias, entonces podrá verse usted mismo y a su gente con una mejor luz.