Parece una broma del destino, pero, si hace poco celebraba medio siglo de existencia, el 15 de diciembre la Junta de Gobierno del Colegio de Geólogos decidió entregarme una placa en reconocimiento a los 25 años que llevo trabajando para la corporación y, para redondear estas fechas, la Tesorería General de la Seguridad Social me enviaba una misiva informándome de que llevo 30 años y un día (parece una condena) cotizados a la SS.
El tiempo ha pasado rápidamente y ahora, parar y mirar atrás daba algo de vértigo
Lo cierto es que, a primeros de diciembre, cuando me comentaron que se me entregaría la placa, la sensación fue algo extraña. El tiempo ha pasado rápidamente y ahora, parar y mirar atrás daba algo de vértigo: Los compañeros que en algún momento transitaron este camino conmigo, las Juntas de Gobierno que siempre han tenido tiempo para escucharme, los colegiados, algunos de los cuales hoy cuento como amigos… ya digo, vértigo.
Hoy, muy cerca de finalizar el año, sobre este evento me quedo con las palabras que me dedicó un amigo tras comentarle que quizá la placa sería para el ordenador, “… y te felicito por el merecido premio. Unas bodas de plata en la misma empresa no se celebran todos los días. Esa placa no será para el cerebro ni para ampliar la memoria del ordenador, sino para clavártela en ese pecho henchido de orgullo y bonhomía tras 25 años de dedicación en cuerpo y alma a un colegio profesional…”.