Una compañera me comentaba recientemente que había leído uno de mis escritos en LinkedIn, concretamente en el que comento sobre los enemigos. Afeó mi dejadez al no haber dado rienda suelta a la tecla y comentar sobre los amigos, algo que yo decía haría posteriormente. Recojo el testigo y, querida Cristina, sepa usted que está en mis pensamientos, lugar donde siempre tengo a los compañeros que considero amigos. Un amigo es ese ser que aun siendo feo y bajito –no es el caso de Cristina-, vemos como una persona maravillosa. Sea porque comparte nuestro parecer o porque nos complementa, el amigo es compañero indispensable en nuestro discurrir por la vida, pero -siempre hay un pero- ¿cómo distinguir un amigo de un adulador? En los tiempos que corren las redes sociales on line nos ponen ante nuestras retinas la posibilidad de tener un buen puñado de “amigos” pero ¿se trata de verdaderos amigos?
Plutarco advierte que quienes desean encontrar un verdadero amigo deben ser, ante todo, exigentes y propensos a la autocrítica. Aspecto este fundamental para evitar la arrogancia y el exceso de amor propio que nos llevará a ser presa fácil para los aduladores. Asimismo, es fundamental la semejanza, compartir caracteres y oficios.
El feo bajito, perdón, el amigo se distingue del adulador por la constancia en su forma de ser y de pensar. Disfruta de una personalidad coherente, independientemente del lugar y la situación. Siempre lo encontraremos en los momentos difíciles, verdadera prueba del algodón del amigo. Virtuoso y franco nos darán su opinión en temas vitales para nuestro ser, aun cuando esto nos cause dolor. Nos afeará la conducta, si es necesario, pero con suavidad y buenas maneras.
Los amigos escogidos y pocos. Según Plutarco, la abundancia de amigos va en contra de la intimidad en el trato y por eso debe ser evitada. Al tener gran cantidad de amigos compartiremos también los odios que incitan en otros por lo que nos encontraremos con un buen puñado de enemigos.
El adulador cambia de parecer a la par que nosotros lo hacemos y con ello, no nos ayuda a la hora de decidir, no existe crítica, solo aprobación de nuestros actos y reflexiones. En algún momento puede hacer amago de sinceridad, pero en temas superficiales.
Si ya vamos separando al adulador del amigo, debemos tener en cuenta aquel dicho que comenta que: “hay que tener amigos hasta en el infierno” y es que la amistad verdadera no está reñida con la utilidad en beneficio propio. El único problema es si elegimos mal a nuestro amigo y, desaparecido el factor de provecho, desaparece la amistad. Sin duda se trataba de un adulador.
Cuídate de los aduladores. Te engañaran, insultaran tu inteligencia y en el peor de los casos, te llevaran al paro, a la depresión y a la ruina.