Como la irrupción de políticos neoliberales en el escenario político de la década de 1980 contribuyó a la reducción del Estado de Bienestar en algunos países, consideré necesario estudiar la situación en uno de los países neoliberales por excelencia: Estados Unidos, lo que puede darnos una idea acerca de cómo las ideologías pueden afectar al Estado de Bienestar de un país. Decidí comparar los mandatos de Ronald Reagan (republicano) y Barack Obama (demócrata).
Podría parecer que los apenas 20 años de diferencia entre un final de mandato y el comienzo de otro no es un periodo demasiado extenso, sin embargo, el propósito de estudio en este caso es comprobar cuál es el papel de la ideología en el desarrollo de un Estado de Bienestar.
Primero analicé cómo se distribuye el gasto total del gobierno de Estados Unidos; ya que las clasificaciones de gasto de sus presupuestos son diferentes a las europeas:
- Gasto voluntario: para el financiamiento de agencias federales.
- Gasto obligatorio: gastos requeridos por ley. Subdivididos en:
- Educación
- Sistema de salud
- Pensiones
- Defensa
- Otros gastos
- Bienestar social: a su vez subdividido en:
- Pensiones por jubilación
- Pensiones por lesiones
- Pensiones por incapacidad
- Servicios públicos de salud
- Prestaciones por desempleo
- Provisión de viviendas sociales
- Programas de activación del mercado laboral
- Otros gastos sociales.
- Gasto obligatorio: gastos requeridos por ley. Subdivididos en:
En primer lugar, me ha resultado sorprendente que no se considere el sistema de salud, ni las pensiones, ni la educación, como parte del bienestar social; esto se debe a que la mayor parte de estas prestaciones quedan delimitadas al ámbito privado, y los gastos que realiza el gobierno se limitan a mantener la infraestructura necesaria: la educación, la sanidad y las pensiones no dependen del gobierno ni de entidades públicas, sino que son contratadas con empresas particulares. En este caso, para estudiar la provisión de bienes públicos, nos centraremos en lo que su gobierno denomina gasto en bienestar social, es decir, el reducto público de pensiones, sanidad pública, ayudas al desempleo y demás gastos que contribuyen a mejorar la situación social, especialmente de aquellos que no pueden permitirse seguros privados.
Después, analizando los datos de la OECD, busqué los datos relativos a porcentaje de gasto por programa en función de gasto público total en los cuales se especifica el porcentaje de gasto por programa en función del gasto total, para comprobar la cantidad de recursos utilizados por el gobierno para mejorar la calidad de los servicios públicos; después, estudié su evolución en ambos mandatos. Como variable para estudiar el Estado de Bienestar se ha elegido el porcentaje de gasto en cada partida sobre el gasto total; considero que relacionarlo con los gastos totales en lugar de con el PIB, nos da una idea más clara acerca de las prioridades del gobierno.
Así, pude realizar dos gráficos relativos al gasto en bienestar social: un gráfico principal, en el que observamos la evolución del gasto social para ambos periodos, en color rojo los correspondientes al mandato de Reagan, y en azul los correspondientes al mandato de Obama; y un segundo gráfico, en el que se compara el gasto por programa en cada mandato:
Gasto en bienestar social desde 1980 hasta 2017: en este gráfico podemos observar la evolución del gasto en bienestar social de Estados Unidos; aunque solo nos interesan los mandatos de Reagan y Obama, incluí los mandatos intermedios, ya que con ellos se puede calcular una línea de tendencia que nos ha permitido observar la tendencia general del gasto público (ascendente).
Lo que podemos comentar en este gráfico es que, en el periodo 1981-1989, observamos un descenso del gasto social en Estados Unidos, coincidente con el primer mandato de Reagan (1981-1985). Este descenso en el gasto social, como posteriormente estudiaremos con mayor profundidad, no redundó en una mejor redistribución de los recursos destinados al sector público o a una mejora de su eficiencia, sino que contribuyó a empeorar su calidad. En el segundo mandato de Reagan, hubo un ligero ascenso del gasto social.
Con respecto al periodo siguiente, se puedo observar un gran incremento del gasto social de 2009 a 2013, que coincide con el primer mandato de Obama, durante el cual se trataron de mejorar los servicios públicos, incluida una gran reforma del sistema público de salud (Obamacare), que mejoraría la cobertura y el servicio público. Al mismo tiempo, se incrementó el gasto en pensiones por jubilación, no necesariamente por las políticas del gobierno, sino por el envejecimiento de la población.
Si observamos el gráfico en conjunto, comprobamos que la tendencia en los 37 años medidos es a que el gasto público aumente: tanto el envejecimiento de la población, como el aumento del desempleo con la crisis económica han contribuido en gran parte a aumentar el gasto público, así como la implantación del nuevo sistema sanitario público.
Media de gasto por programas por mandato: en este gráfico podemos observar el gasto medio que se ha destinado a cada programa de gasto. Se puede comprobar que, en casi todas las partidas de gasto, éste es más alto con Obama que con Reagan; destaca especialmente el caso de los servicios públicos de salud: la puesta en marcha de un sistema público de salud ha requerido un desembolso considerable de gasto público; al mismo tiempo, también ha aumentado el gasto en pensiones de jubilación, dado el envejecimiento de la sociedad.
La única partida de gasto que se ha visto reducida al comparar ambos mandatos es aquella destinada a las pensiones por lesiones: en los años 80, aún vivían gran parte de los supervivientes de la Guerra de Vietnam, muchos de ellos incapacitados por lesiones, y que requerían una pensión. 20 años más tarde, la muerte de muchos de ellos ha contribuido a reducir el gasto en esta partida. Posteriormente, también han visto reducidas sus pensiones debido a los recortes en este programa.
Después de analizar los datos relativos a ambos mandatos, he querido profundizar en las políticas llevadas a cabo en cada periodo, así, se puede comprobar si efectivamente las ideologías tienen un papel importante en el bienestar social.
El mandato de Ronald Reagan (1981-1989)
En Estados Unidos, desde el año 1933, en el cual el presidente Roosevelt implantó su New Deal (un programa económico destinado a paliar las consecuencias de la Gran Depresión, y que implicaba una mayor intervención del Estado), existía un Estado de Bienestar que, si bien no era perfecto, permitió el desarrollo y enriquecimiento de la clase media. Este sistema perduró hasta la década de 1980, cuando se vio gravemente afectado por los dos mandatos de Ronald Reagan.
Reagan fue uno de los máximos exponentes del neoliberalismo, ideología que impone el crecimiento económico y la competitividad por encima de todo, puesto que considera que el mercado produce mayores beneficios que la redistribución del gasto público.
Imbuido por esta ideología, Reagan contribuyó a desmantelar parte del sistema de bienestar de Estados Unidos; este país había sufrido un aumento del desempleo y de la inflación, y Reagan consideraba que para mejorar la situación económica de su país, era necesario reducir el papel del Estado e introducir fuertes recortes fiscales, destinados a mejorar la función del mercado, y al mismo tiempo, reducir el gasto público. Puede que a nivel económico se lograran mejorar los principales indicadores, pero a nivel social, se redujo la protección de los trabajadores, aparte del hecho de destruir gran parte del Estado de Bienestar, y aumentar la desigualdad al aumentar las rentas más altas y reducirse la capacidad adquisitiva de las rentas medias y bajas.
Como se ha podido observar en ambos gráficos, especialmente en el primero, el gasto en Bienestar social se redujo drásticamente durante su mandato; como debía reducirse el papel de Estado, el conjunto de gastos sociales se redujo, produciendo una merma del Estado de Bienestar; al mismo tiempo, se eliminaron impuestos a las rentas más altas, de manera que los ingresos fiscales del Estado se redujeron, lo que redundó en un menor gasto destinado a los servicios públicos.
Por otra parte, otra de las consecuencias de sus recortes, y no necesariamente relacionada con el Estado de Bienestar (según su estructura presupuestaria), pero que consideramos que merece una mención, fue el hecho de recortar y eliminar del gasto social la educación pública; actualmente ya no se considera que la educación deba ser sufragada en su mayor parte por el Estado, sin embargo, antes del mandato de Reagan, las primeras etapas de la educación obligatoria sí estaban subvencionadas, así como gran parte de las universidades del país; posteriormente, se quitó esta partida de gasto de los presupuestos, y se consideró que la educación superior debería ser costeada por los propios estudiantes, lo que redundó en una caída del nivel educativo.
El crecimiento de las décadas de los 50 y 60 dependió en gran parte del nivel educativo de sus trabajadores, trabajadores que en su mayor parte, pudieron acceder a la educación superior mediante becas y programas sufragados por el Estado; al privatizar la educación superior, se atacó directamente a las bases de la prosperidad y salud de la sociedad norteamericana (Chomsky, 2017).
Con respecto a la sanidad pública, con la reducción de gastos, también se vio gravemente afectada; se favoreció la aparición de empresas dedicadas a los servicios de salud en detrimento de la sanidad pública, que vio muy reducido su ingreso por parte del Estado. Quienes no podían permitirse seguros de salud privados, no tenían muchas opciones de tratamiento o supervivencia, puesto que la provisión de fondos se redujo drásticamente.
Como se ha podido comprobar, tanto los gastos en Bienestar Social, como en educación y sanidad pública, se redujeron durante este mandato; la reducción del papel del Estado contribuyó a disminuir la calidad de los servicios públicos, cuyas consecuencias perduran hasta hoy (empeoramiento del nivel educativo, pensiones demasiado escasas y que no permiten sortear las fluctuaciones económicas, falta de servicios sanitarios públicos, quejas de las asociaciones de veteranos, etc.). No hay más que ver las estadísticas sobre nivel educativo, que ha empeorado dados los elevados costes de las matrículas en centros de educación superior; las estadísticas sanitarias, en las cuales, o se tiene un seguro privado que pueda costear los cada vez más numerosos tratamientos médicos de la población, o no se puede acceder a un servicio médico, la pérdida de poder adquisitivo generalizado desde los años 80 de la clase trabajadora y el aumento de las desigualdades (Piketty, 2019).
Como conclusión, se podría decir que el neoliberalismo instaurado por Ronald Reagan durante su mandato contribuyó a perjudicar gravemente el Estado de Bienestar en Estados Unidos.
El mandato de Barack Obama (2009-2017)
En las elecciones generales de finales de 2008, salió elegido Barack Obama, del Partido Demócrata, justo al comienzo de la Gran Recesión. Las políticas económicas del gobierno anterior de Bush, desastrosas para la nación, el aumento del paro, la quiebra de grandes bancos y compañías de seguros, provocaron que la opinión pública demandase una mejora de los servicios públicos, ya que no podían permitirse los elevados costes que suponen el contrato de seguros con empresas privadas. En los años que separan el fin del mandato de Reagan con el comienzo del de Obama, la desigualdad y la caída en las rentas de la clase media no hacía más que aumentar (Piketty, 2019); por lo que la sociedad demandaba mejoras en el servicio público. Por eso, este nuevo gobierno trató de destinar una mayor cantidad de recursos a los programas de financiación pública. Al mismo tiempo, hay que destacar que Obama no era neoliberal, sino que su ideología y la de su partido se inclinaban hacia el progresismo, ideología que busca la mejora y desarrollo de la sociedad, y que para lograr este objetivo requiere de un aumento del gasto público para llevar a cabo políticas sociales. Desde su llegada al gobierno en 2009, Obama destinó una mayor cantidad de gasto hacia estos programas (como se pude observar en el primer gráfico), y que perduró hasta el final de su mandato en 2017.
Destaca especialmente el aumento en gasto de sanidad pública: en el año 2010 se aprobó una reforma sanitaria destinada a aumentar la asistencia sanitaria a aquella población que no puede permitirse contratar un seguro privado. A esta reforma se la denominó Obamacare, y que implicó un aumento de gasto en esta partida, como se puede observar en el gráfico. Esta reforma implicó un aumento de la cobertura sanitaria a las personas menos favorecidas y la no exclusión de personas con enfermedades previas; aunque no reforma los cimientos básicos del sistema sanitario, ha contribuido a mejorar la calidad de este servicio público (Sobrino, 2015), por lo que se puede decir que, en este caso, el aumento de gasto ha contribuido a mejorar el Estado de Bienestar en este aspecto.
Al mismo tiempo, y por culpa de la evolución de la crisis, también aumentó el gasto medio en prestaciones por desempleo; también se produjo un aumento de gasto en las pensiones por jubilación, dado el envejecimiento de la población norteamericana.
Como conclusión a este periodo, se podría decir que, una vez estudiados los gráficos y las principales de Obama en materia de bienestar social, podemos concluir que el progresismo instaurado por Barack Obama contribuyó a una cierta mejora del Estado de Bienestar de Estados Unidos, puesto que, si bien no ha solucionado todos los problemas sociales que aquejan a este país, como la educación o las retribuciones sociales, sí ha logrado mejoras sustanciales en el sistema sanitario público.
Sin embargo, pese a los logros conseguidos en el Estado de Bienestar en este periodo, hay que tener en cuenta que para la gran mayoría de la sociedad norteamericana, valores como el individualismo y la libertad son esenciales (Garay, 2010), por lo cual la intervención estatal no está bien vista, y por esta razón muchas de las personas que más se beneficiarían de los servicios públicos son quienes menos confianza tienen en la capacidad del Estado para distribuir sus recursos a la hora de mejorar la calidad del Estado de Bienestar. Al mismo tiempo, existe un fuerte contraste entre los valores de la sociedad norteamericana residente en las costas, y la del interior del país (la “América profunda” que describen algunos autores); la sociedad de la costa este y de la oeste tiene ideas más avanzadas con respecto al papel del Estado y sus posibles beneficios, sin embargo, en el interior, las ideas que predominan son muy diferentes: la sociedad del interior es una sociedad educada en la responsabilidad personal, que generalmente considera un fracaso recibir ayudas del gobierno, y que recela del Gobierno y de su intervención (Bageant, 2008). Las diferencias existentes entre los valores y opiniones sobre el gobierno, su intervención y el Estado de Bienestar no hicieron más que aumentar desde la llegada al poder de Obama y la implementación de mejoras en el sistema de bienestar, y esto, especialmente en los últimos años de su mandato, ha provocado una intensa polarización política en la sociedad, entre quienes buscan una mayor presencia del Estado a la hora de regular los servicios públicos, y quienes prefieren que sea el mercado quien regule estos servicios; polarización que con el tiempo, llevó a la presidencia a Donald Trump.
La ideología política tiene un papel fundamental a la hora de determinar el desarrollo de un Estado de Bienestar
Como se ha podido comprobar, la ideología política tiene un papel fundamental a la hora de determinar el desarrollo de un Estado de Bienestar, y no solo la de los mandatarios: al fin y al cabo, ambos políticos fueron elegidos en las urnas, lo cual es un reflejo de los valores y pensamientos predominantes en la sociedad acerca del Estado de Bienestar.
Bibliografía consultada
- Chomsky, Noam (2017): Réquiem por el sueño americano; Principio nº 5, atacar la solidaridad.
- Piketty, T. (2019): Capital e ideología; las sociedades socialdemócratas: la igualdad inconclusa, págs 624 – 632.
- Garay, J. (2010): Gobierno de Barack Obama: una explicación desde el institucionalismo. Maestría del Instituto de Altos Estudios para el Desarrollo. Universidad Externado de Colombia
- Sobrino Guijarro, I. (2014): La reforma sanitaria de Obama: limitado avance en la protección del derecho a la salud. Revista española de Derecho Constitucional, núm 101, mayo-agosto (2014), págs. 181-212.
- Bageant, J. (2008): Crónicas de la América profunda; capítulo I: siervos americanos.