Corría el año 2009 cuando cayó en mis manos una tabla que reflejaba la nadería de los discursos políticos en cualquier época, y más en la electoral. A cuenta de la brasa que nos vienen dando en esta España cainita los políticos profesionales de todo signo y condición, no he podido resistirme a intentar poner una sonrisa al asunto de las enésimas elecciones que tendremos en breve los sufridos españolitos.
Los «cuentos» de los políticos profesionales, ya sean diestros o siniestros, rojos, naranjas, morados, azules, rallados, … Con sinceridad, me importan poco, todos tienen como misión perpetuarse en el sillón y vivir del «cuento», de su cuento (dícese del relato que sea capaz de catapultarlos o mantenerlos en el poder).
El cuento tiene que ser simple, acorde con lo que sus votantes puedan entender y, además, que directamente llegue a sus vísceras, no a la razón, no sea que piensen un poco y se den cuenta de que todo es filfa, puro engaño, que lo que busca es, como en «Las mil y una noches», cautivar al elector y que este conceda su atención (voto) un día (legislatura) más.
¿Será posible que la IA me redacte los puntos fuertes de un programa político generalista, que sirva para derecha, izquierda, centro, arriba o abajo? ¿Y si es en forma de cuento? «Sujétame el cubata».
Las palabras fuerza
- Libertad
- Desarrollo económico
- Sanidad
- Identidad
- Familia
- Mujer
- Género
Podían ser más: medio ambiente, inmigración, educación, etc., pero siete me han parecido suficientes para esta pequeña prueba, pues sostengo que, en general, las personas en Occidente «comulgamos» hoy con una serie de valores que son muy generales y a los que un partido u otro apelan de la manera que más se les acomoda.
La comunicación con la IA (Bing)
Coge estas palabras y desarrolla un punto por cada una de ellas como haría un demagogo (de aquí salió el primer texto).
La comunicación con la IA (Harpa)
Convierte este texto (el generado por Bing) en un cuento.
El resultado
«Permíteme contarte una historia que expresa nuestros ideales:
Érase una vez en nuestra querida nación, donde la libertad brillaba como el valor fundamental de nuestra democracia. Defendíamos con fervor el derecho de cada ciudadano a elegir su propio camino: su forma de vida, su educación, su trabajo, su religión y sus afiliaciones políticas. En nuestro anhelo por construir una sociedad plural, abrazábamos la diversidad y nos resistíamos a imponer un único modelo. Queríamos una sociedad tolerante y respetuosa, donde todos pudieran expresarse con libertad.
En el corazón de nuestras aspiraciones, se encontraba el desarrollo económico. Sabíamos que era la clave para asegurar el bienestar de todos y forjar un futuro próspero para nuestra nación. Así que trazamos un camino basado en la responsabilidad económica, reduciendo los gastos innecesarios y estimulando la economía. Fomentábamos la inversión, la innovación y el espíritu emprendedor. Buscábamos crear empleos de calidad y promover la competitividad en nuestros sectores productivos. Soñábamos con una economía fuerte, sostenible y justa para todos.
Pero nuestro compromiso no se detenía ahí. Reconocíamos que la sanidad y los servicios sociales eran derechos fundamentales de todos los ciudadanos. Nos propusimos fortalecer nuestra sanidad pública y garantizar la calidad, la universalidad y la equidad en nuestros servicios sociales. Queríamos una sanidad que respondiera a las necesidades de nuestra población, con los mejores profesionales y tecnología avanzada. Buscábamos servicios sociales que se preocuparan por los más vulnerables, promoviendo la inclusión y la autonomía personal, y que fueran ejemplos de dignidad y solidaridad.
Nuestras raíces, nuestras tradiciones y nuestra identidad eran tesoros que queríamos proteger. Valorábamos la diversidad territorial y cultural de nuestra nación, pero no renunciábamos a lo que nos unía como pueblo. Aspirábamos a preservar nuestro patrimonio histórico, artístico y natural. Deseábamos salvaguardar nuestra lengua, nuestras tradiciones, nuestra gastronomía y nuestra esencia como pueblo. En cada rincón de nuestra tierra, queríamos que nuestras señas de identidad brillaran con orgullo y respeto.
La familia era el pilar sobre el cual se construía nuestra sociedad. Reconocíamos la importancia de apoyar y celebrar a todos los tipos de familias, en toda su diversidad. Queríamos fomentar la natalidad, brindando medidas de conciliación laboral y familiar, ayudas económicas y fiscales, servicios públicos de calidad y una educación basada en sólidos valores. Nos comprometíamos a garantizar la seguridad y promoción de las familias, protegiendo sus derechos e intereses. Facilitábamos el acceso a viviendas y recursos básicos, impulsábamos su participación social y su desarrollo integral.
En nuestro relato, la mujer se erigía como el eje vertebrador de nuestra sociedad. Reconocíamos y celebrábamos su papel fundamental en todos los ámbitos: el familiar, el laboral, el político, el cultural y el educativo. Nos empeñábamos en promover la igualdad real entre hombres y mujeres, luchando contra cualquier forma de discriminación o violencia machista. Buscábamos garantizar la paridad en las instituciones y en los puestos de responsabilidad. Fomentábamos el empoderamiento femenino y la corresponsabilidad en los ámbitos domésticos.
Finalmente, en nuestra narrativa, la diversidad de género se convertía en el pilar inquebrantable de una sociedad próspera. Valorábamos y respetábamos la diversidad sexual e identitaria de todas las personas. Nos comprometíamos a garantizar los derechos humanos y la dignidad de las personas LGTBI+, luchando contra el odio y la intolerancia. Educábamos desde la infancia en el respeto a la diversidad afectivo-sexual e identitaria. Brindábamos apoyo al colectivo LGTBI+ en sus demandas sociales y legales.
Así concluye nuestra historia de ideales políticos y sueños de una nación mejor.»
Con estos mimbres, según la IA, cualquier occidental, en general, estaría de acuerdo con estos puntos fuertes de un posible programa político, pero no se descuide querido lector, es un escrito que en general cualquiera acepta, puro cuento. Ahora, mire el programa electoral de los partidos políticos que concurren a las próximas elecciones y apúnteme si, en general, encuentra alguna diferencia, si en general no encuentra ninguna, no es de extrañar que aquí, en Occidente, y concretamente en España nos resulte mejor y más barato un algoritmo, una Inteligencia Artificial, para entendernos, pues la finalidad de los partidos suele ser la misma (con matices), pero los caminos para transitar a ella totalmente distintos. Eso sí, todos los caminos son infinitamente más caros (véase los impuestos que no paran de subir) para el sufrido contribuyente. ¿Es posible alcanzar o tener los mismos sueños con menor coste? Pregúntele a la IA querido lector.
Excelente Enrique!. La disyuntiva a los políticos como sería?
Gracias Cristina. Un abrazo.