En los reinos digitales, el chatbot se alza como un prodigio de la ingeniería, capaz de interactuar con la humanidad en su propio lenguaje. Es algo así como una inteligencia artificial, pero en versión humilde, tal como este blog. Un aliado versátil que facilita desde simples consultas hasta complejas gestiones, con la destreza de un maestro cibernético. En este escenario de bits y bytes, el chatbot emerge como un héroe moderno, allanando el camino hacia la eficiencia y la comunicación instantánea en la vastedad de la red. Y así, sobre el chatbot, se cierne la anécdota que hoy ha de salir a la luz.
Escuchaba, con una mezcla de ironía y camaradería, las palabras de un compañero de andanzas, si es que así se le puede llamar. Tras relatarle mi experiencia en un curso impartido por AENOR acerca de la protección de datos, no pudo evitar espetarme con tono burlón que me estaba quedando «viejuno», que el mundo estaba avanzando con la inteligencia artificial y demás modernidades, pero que yo aún no tenía ni siquiera un modesto chatbot en mi página web. Desafiante, como es mi naturaleza, recogí el guante sin dudarlo un instante, con un gesto que bien podría haber sido acompañado de un «¡sujétame el cubata!». Así, me puse manos a la obra y diseñé un chatbot enfocado en la LOPDyGDD, dirigido especialmente a los Colegios Profesionales. Como siempre, no hay obstáculo que se interponga en mi camino que no sea capaz de superar con ingenio, determinación y un par.
La empresa es sencilla, amigo. Accedes a https://www.chatbase.co/, te registras con una cuenta gratuita, pues para darle en las narices al colega no es menester desembolsar más de lo necesario. Reúnes los documentos pertinentes para alimentar el chatbot, pues de ahí surgirán las respuestas, y en apenas dos minutos, ¡voilà!, todo listo. Eso sí, dado que se trata de una cuenta gratuita, a las 20 preguntas el cacharro casca, o pasas por caja.
Aún no he integrado esta herramienta en mi página web, aunque Chatbase proporciona el script necesario para ello. Requiere una reflexión sobre los textos indispensables para nutrir adecuadamente el chatbot, una tarea que aún debo abordar. Sin embargo, dejo el enlace aquí disponible para que cualquier interesado pueda hacer uso de él en relación con la temática que nos ocupa. Y si alguien desea crear su propio chatbot, ya sabe, apenas dos minutos son suficientes para ponerse en marcha. Eso sí, si quieres nutrir a la bestia de información necesitarás pasar por caja, chatbase tiene corazón de ChatGPT 3.5 o 4, y eso, amigo mío, hay que pagarlo.
Invito a aquellos avezados en las artes de los chatbots y la protección de datos a narrar sus peripecias y hazañas en este campo de batalla digital. Cada relato, cual pieza en el tablero de una partida de ajedrez, suma un nuevo matiz a esta intrincada partida que es la era tecnológica. Que nuestras experiencias se entrelacen como hilos en el tapiz de la historia, tejido con la astucia y el ingenio de aquellos que se aventuran en los dominios de la información y la interacción digital. ¡Que resuenen las voces de nuestros relatos, y que juntos tracemos el mapa de un futuro digital más prometedor!