En tiempos donde la palabra se desliza con la velocidad de un clic y el juicio se otorga con la ligereza de un pulgar en una pantalla táctil, las redes sociales se erigen como tribunales virtuales, emitiendo edictos y sentencias a diestra y siniestra. Facebook, ese coloso digital, no es la excepción. Sin embargo, parece que en su afán por mantener la «paz» en su reino, ha caído en una especie de paranoia censora digna de un maestro de lo absurdo.
Hoy me han notificado, con esa solemnidad que solo puede otorgar un algoritmo, que una de mis publicaciones ha infringido sus sagradas normas. ¿Cuál fue mi pecado digital, se preguntarán ustedes, queridos lectores? Pues resulta que una imagen de un grupo de personas posando en la presentación del nuevo Geoparque ‘Volcanes de Calatrava, Ciudad Real’, ha sido considerada por los guardianes del ciberespacio como un acto de violencia gráfica. ¡Imaginen mi estupor! ¿Acaso la sonrisa de unos cuantos asistentes a un evento de estas características es tan perturbadora como para merecer el yugo de la censura?
Facebook ha caído en una especie de paranoia censora digna de un maestro de lo absurdo
Adjunto a estas líneas encontrarán la imagen en cuestión, para que sean ustedes mismos quienes juzguen si en verdad se trata de un atentado a la sensibilidad o simplemente la expresión de un momento de celebración.
En este circo de lo virtual, donde las reglas son escritas en bits y bytes, uno no puede evitar sentirse como un bufón en medio de un banquete de reyes digitales. ¿Cómo es posible que la simple mención de un geoparque, ese refugio de la geología y el conocimiento sea considerada una afrenta? ¿Acaso estamos llegando al punto en que cualquier imagen que no se ajuste a los cánones de la estética digital es considerada una afrenta a la sensibilidad? ¿se ha vuelto loco el algoritmo de Facebook?
En un mundo donde la información fluye libremente, la censura se presenta como un monstruo de mil cabezas, acechando en cada esquina del ciberespacio. La ambigüedad de las normativas y la arbitrariedad en su aplicación no hacen sino alimentar este Leviatán digital, cuya voracidad parece insaciable. ¿Dónde queda entonces la promesa de un mundo más conectado, más abierto, donde las ideas fluyan sin barreras? Nos encontramos en una encrucijada, donde la lucha por la libertad de expresión se vuelve cada vez más urgente y necesaria. En este escenario, el debate sobre el papel de las plataformas digitales como guardianes de la opinión pública adquiere una relevancia sin precedentes. La pregunta persiste: ¿son meros intermediarios neutrales o jueces y verdugos de nuestra libre expresión? Es como si el Gran Hermano, en su afán por purificar el paisaje digital, estuviera dispuesto a sacrificar incluso las inocentes rutas geológicas por un geoparque. Válgame San Válgame.
En medio de este panorama, surge una preocupación aún más profunda: la espiral del silencio que se va tejiendo en el entramado de las redes sociales. El miedo a ser señalado o censurado por expresar opiniones contrarias a las normativas impuestas –también en la geología– por las plataformas digitales, o la corriente «cultural» de turno, está llevando a muchos a autocensurarse, limitando así el verdadero intercambio de ideas y la diversidad de pensamiento. Este fenómeno, conocido como «espiral del silencio», se ha arraigado de manera preocupante en Facebook y otras redes, amenazando con sofocar el debate público y la libre expresión. Es una llamada de atención que nos incita a reflexionar sobre el delicado equilibrio entre la regulación de contenidos y el respeto por la pluralidad de voces en el espacio virtual.
Las redes sociales han evolucionado hacia un escenario donde la censura y el control de la información están cada vez más presentes
Hace años, muchos de nosotros abrazamos con fervor el Manifiesto Cluetrain, con la ingenua esperanza de que las redes sociales y el internet en general serían un bastión de libertad y democracia digital. Sin embargo, el devenir de los acontecimientos nos ha demostrado lo frágiles que son esas ilusiones. En lugar de convertirse en plataformas de empoderamiento ciudadano y libertad de expresión, las redes sociales han evolucionado hacia un escenario donde la censura y el control de la información están cada vez más presentes. Es un recordatorio contundente de que, en este mundo digital en constante cambio, la vigilancia y la manipulación son realidades que debemos enfrentar con los ojos bien abiertos y una dosis saludable de escepticismo.
En este escenario de incertidumbre y restricciones, me veo obligado a reflexionar sobre el valor de la independencia y la resistencia en un mundo digital cada vez más controlado. Mi humilde blog se erige entonces como un bastión de libertad, un espacio donde mis pensamientos y preocupaciones pueden encontrar refugio, al menos hasta que el viento de la censura decida soplar en mi contra una vez más, como ya ha sucedido en el pasado. Pero mientras aún pueda mantener encendida esa llama de la expresión libre, seguiré alzando mi voz en defensa de mi verdad y mi justicia -que cada cual tiene la suya-, con la esperanza de que algún día, la luz de la libertad brille con más fuerza que las sombras de la opresión digital.
Mi humilde blog se erige entonces como un bastión de libertad, un espacio donde mis pensamientos y preocupaciones pueden encontrar refugio
En fin, queridos lectores, parece que navegamos en aguas turbulentas, donde la censura se disfraza de justiciera y la libertad de expresión es solo un espejismo en el desierto digital. ¿Quién será el próximo en caer bajo la mirada inquisidora de los algoritmos? Solo el tiempo, ese juez implacable, lo dirá. Mientras tanto, sigamos desfilando por este circo digital, con la esperanza de que algún día, la razón y el sentido común triunfen sobre la absurda tiranía de los clics y los likes.
Pues menos mal Enrique que tienes el blog para gritar, exponer y decir lo que realmente sientes ante tanta injusticia digital. Yo me uno a tu Basta ya de controlar lo absurdo, cuando navega por las redes del Facebook innunerables informaciones que realmente si atentan contra la persona, mental y emocionalmente. Nos quieren doblegados y sometidos para controlarnos que ya lo hacen con sus algoritmos y anuncios y enseñarnos lo que ellos quieren y eso no es libertad señores.
¡Qué alegría leerte por aquí! 😊 Es gratificante saber que no estoy solo en esta lucha contra las injusticias digitales. Es como dices, ¡basta ya de tanto control absurdo! Necesitamos más voces valientes como la tuya para gritarle al mundo que no estamos dispuestos a ser manipulados por los algorrinos -sí, sí, algorrinos, que no algoritmos- que solo buscan doblegarnos. ¡Es hora de reclamar nuestra libertad en la red! Abrazo gordo.
El control a través de las redes sociales es más práctico, barato y eficiente que cualquier otro, y así nos va. Conozco amigos que les ha pasado lo mismo que a ti, pero en IG, al fin y al cabo será el mismo algoritmo, pero no muy diferente al de otras redes. Y si en un tiempo le parece poco el control que tienen sobre nosotros, también vigilarán que decimos a través de WhatsApp, etc…
En fin… ya estoy mayor para estas peleas
Ciertamente Armando cada día estamos más controlados, ya pocos resquicios quedan en esta realidad 4.0 -o como se llame ahora-. En fin, seguiremos opinando hasta que me tumben el blog, no sería la primera vez.
Recordatorio: tenemos pendiente un café -o lo que se tercie- con Antonio en territorio neutral (Alcalá). Abrazote.
Estimado colega: Estoy totalmente de acuerdo y suscribo una a una cada frase y palabras de este artículo. Realmente nos viene un futuro complicado, y sólo queda enfrentarse a toda esta panda de acomplejados y «ofendiditos» que buscan la laminación de cualquier pensamiento, crítica y actitud que no encaje con sus estrechos márgenes de actuación. Pero no es el algoritmo, son ellos, los que están detrás los responsables del desastre que están implantando
Muy cierto Nicanor, el algoritmo no brota solo, lo ha creado alguien y ese alguien nos lleva al desastre. Gracias por comentar.