Era una mañana de junio de 2024 cuando me encontraba en el Hospital Universitario de La Princesa, en Madrid. El aire en los pasillos del hospital estaba cargado de una mezcla de nerviosismo y esperanza, típico de los lugares donde la salud y la tecnología se entrelazan. Iba a ser sometido a una operación torácica utilizando el famoso sistema quirúrgico Da Vinci, una maravilla de la tecnología moderna.
El Da Vinci, para quienes no estén familiarizados, no es un robot autónomo como los que imaginamos en las películas de ciencia ficción. Este sistema es manejado por un cirujano altamente capacitado que opera desde una consola. El robot, en lugar de tener mente propia, sigue con precisión los movimientos de las manos del cirujano, replicándolos con exactitud milimétrica dentro del cuerpo del paciente. Esta tecnología permite realizar intervenciones complejas a través de pequeñas incisiones, lo que reduce significativamente el tiempo de recuperación y las complicaciones postoperatorias.
Mi cirujana, la Dra. Martínez (apellido figurado), experta en cirugía torácica, me explicó detalladamente cómo funcionaría el proceso. El Da Vinci tiene varios brazos robóticos equipados con instrumentos quirúrgicos y una cámara tridimensional de alta definición que le proporciona una vista ampliada y clara del área operativa. La Dra. Martínez se sentaría en la consola, ubicada a pocos metros de mí, y controlaría cada movimiento de los brazos del robot.
El frío quirófano estaba preparado. Al entrar, sentí una mezcla de curiosidad y dudas. Le pregunté al anestesista si definitivamente sería intervenido con Da Vinci, ya que no estaba seguro de este aspecto. Me respondió con una sonrisa y señaló hacia mi derecha. Allí, en estado de reposo, estaba el robot con sus brazos listos para la acción. Mientras me preparaban para la operación, pude observar la imponente maquinaria antes de que una mascarilla se acercara a mi rostro y cayera en los brazos de Morfeo.
El sistema quirúrgico Da Vinci llegó a La Princesa en abril de 2024, para realizar cirugías de alta complejidad en diversas especialidades como la cirugía torácica, digestiva y urológica. Este sistema ofrece múltiples beneficios en comparación con las técnicas tradicionales. Permite realizar cirugías mínimamente invasivas con mayor precisión, lo que reduce el riesgo de complicaciones, disminuye el dolor postoperatorio y acelera la recuperación del paciente.
Durante la operación, el Da Vinci permitió a la Dra. Martínez realizar la resección de una parte de mi pulmón derecho con una precisión que sería imposible con las técnicas quirúrgicas tradicionales. Las ventajas del Da Vinci en la cirugía torácica son innegables. Según el Hospital Universitario de La Princesa, las primeras intervenciones con este sistema han demostrado ser un éxito en términos de precisión y recuperación.
Horas después, desperté en la sala de recuperación. Sentía una leve molestia, pero los médicos me aseguraron que la recuperación sería rápida. La Dra. Martínez me visitó para explicarme que la operación había sido un éxito y que el Da Vinci había permitido una intervención menos invasiva, reduciendo así el riesgo de complicaciones.
Sin embargo, la recuperación no es un proceso inmediato. Aunque la cirugía fue menos invasiva, los puntos de sutura y el dolor están presentes. Ahora toca aprender a «respirar» de nuevo, hacer ejercicios para fortalecer el pulmón -que realizo con fidelidad frailuna- y asegurarse de que se recupere completamente. Este pulmón, que estuvo invadido de malignidad y hoy está libre de ella, debe volver a reconocerse y trabajar al máximo rendimiento posible. Cada respiración que tomo es un recordatorio del camino hacia la recuperación, un proceso que requiere paciencia y esfuerzo.
En los momentos más complicados previos a la operación, y ahora durante el restablecimiento de mi maltratado cuerpo, mis chicas han sido mi fuente de fortaleza. Sus palabras de ánimo y su presencia constante me dieron fuerzas cuando más lo necesitaba. Ahora, en la convalecencia, me asisten con devoción, y la firmeza necesaria para asegurarse de que siga mis ejercicios y de que no me falte nada para mi recuperación. Su apoyo incondicional es un recordatorio diario de que no estoy solo en esta batalla, y que juntos superaremos cualquier obstáculo.
Reflexionando sobre la experiencia, no pude evitar pensar en el futuro de la cirugía. Hoy, el Da Vinci es una herramienta controlada por los humanos, pero ¿qué nos deparará el futuro? La ciencia ficción nos ha mostrado robots completamente autónomos, como en la película «Prometheus», donde una máquina realiza una operación sin intervención humana directa. Aunque estamos lejos de esa realidad, la posibilidad de que algún día los robots puedan realizar operaciones de manera autónoma no es descabellada. La inteligencia artificial y el aprendizaje automático están avanzando a pasos agigantados, y quién sabe, tal vez en unas décadas, los cirujanos robóticos sean una realidad común en nuestros hospitales.
Por ahora, me siento agradecido de haber sido operado en una institución como el Hospital Universitario de La Princesa, donde la tecnología y la experiencia médica se combinan para ofrecer lo mejor de ambos mundos. La experiencia, guiada más por mi curiosidad y las ganas de tener fuera de mi cuerpo cualquier atisbo de ese cáncer que parece haberme tomado demasiado cariño, me ha dejado una profunda admiración por los avances en la medicina y una renovada esperanza en el futuro de la atención sanitaria.
Con cada respiración que tomo ahora, agradezco a los robóticos brazos del Da Vinci y a las manos expertas de la Dra. Martínez por darme una segunda oportunidad para vivir plenamente.
Eres un crack amigo. ¡¡¡Qué bonito agradecer la experiencia!!! La tecnología y la robótica están aquí y la precisión que tienen para operar esta demostrada como invasión mínima para una pronta recuperación. ¡¡¡Bravo!!! por da Vinci y la dra. Martínez que con rapidez han liberado de tu cuerpo los patógenos que se acoplan, nos debilitan y nos hacen enfermar. Ahora a recuperarse y seguir respirando con ganas y sobretodo alegría por estar aquí y ahora. Un abrazo gigante
¡Gracias, compa! Ahora estoy caminando en lugar de correr, y mi respiración se agita con el mínimo esfuerzo, pero estoy perseverando para recuperar mi «trote cochinero». ¡Un abrazote!