En estos tiempos de modernidad y tecnología galopante, la Agencia Tributaria ha decidido dar un salto al futuro, o más bien al mundo de la Inteligencia Artificial (IA). Este nuevo juguete promete revolucionar su manera de actuar, desde ofrecer información y asistencia al contribuyente hasta librar una guerra sin cuartel contra el fraude fiscal y aduanero. ¡Y vaya si lo hará!
La nueva estrategia de la Agencia se centra en varios puntos clave, dejando claro que la IA es la panacea que va a salvarlos de todo. Se habla de un enfoque «human-centric», lo que para entendernos significa que se pretende un uso responsable, seguro y ético de la IA, protegiendo los derechos del ciudadano -el paganini- y respetando el marco normativo y los valores de la Agencia, aunque esto suene tan ambiguo como una promesa electoral. También se menciona el desarrollo de proyectos por equipos multidisciplinares, lo cual, en buen cristiano, significa que un ejército de expertos, técnicos y científicos de datos estarán al servicio de esta maquinaria digital.
Ahora bien, no esperen encontrar en el documento una hoja de ruta clara o fechas exactas de cuándo comenzarán a implementar todo esto. Lo que está claro es que la jugada consiste en ahorrar costes a las arcas públicas -que me parece estupendo- y rastrear hasta el último céntimo del sufrido contribuyente -esto ya me gusta menos-. En resumen, empieza la fase de desarrollo y entrenamiento con estos equipos multidisciplinares, que integrarán tanto expertos en el negocio como técnicos informáticos y científicos de datos especializados en IA.
La inteligencia artificial es vista como una herramienta crucial para aliviar la presión sobre los funcionarios
Y aquí entra un factor crucial que añade pimienta al asunto. Con el 60% de los funcionarios al borde de la jubilación, las administraciones públicas se enfrentarán a un desafío monumental en la próxima década. Mientras cualquiera podría pensar que la solución obvia sería contratar más personal, el Gobierno, con su ingenio característico, ha optado por otra vía -que de paso apostillo, es la correcta-. Según José Luis Escrivá, el ministro al mando de esta nave, la IA es la herramienta mágica que aliviará la presión sobre los funcionarios, especialmente en tiempos de sobrecarga por ayudas extras o fondos europeos.
En su afán por estar a la vanguardia, la Agencia se compromete a alinear el uso de la IA con su visión y misión, priorizando la mejora del servicio a los ciudadanos y la eficiencia administrativa. Con esta tecnología, se espera alcanzar resultados que hasta ahora eran solo sueños de ciencia ficción, mejorando la eficacia de sus funciones y reduciendo costos para la administración y los ciudadanos.
Pero no se dejen engañar por el brillo de esta modernidad. La IA también traerá un control más estricto sobre nuestras obligaciones fiscales, no podrás mover un solo euro sin que tribute. En otras palabras, la Agencia Tributaria podría llegar a saberlo todo. Sí, todo. Y nosotros, pobres contribuyentes, tendremos nuestras obligaciones marcadas con la precisión de un reloj suizo.
Los principios rectores de esta estrategia son tan nobles como una declaración de independencia. Responsabilidad proactiva, enfoque centrado en la persona, seguridad y gobernanza de la IA. La Agencia promete una IA responsable, ética y confiable, bajo un estricto respeto al marco jurídico y a los derechos fundamentales.
Las líneas de actuación son claras, al menos en el papel. Alineación estratégica con los objetivos de la Agencia, enfoque holístico en los proyectos de IA y una metodología específica para el desarrollo y uso de estos sistemas. La participación y capacitación del personal es crucial para que todos estén a la altura de las nuevas tecnologías.
Y no olvidemos el modelo de gobernanza. Este prevé un gobierno funcional dirigido por los departamentos, minimizando riesgos y asegurando la integración con las infraestructuras tecnológicas de la Agencia. Las limitaciones del uso de la IA estarán determinadas por el marco jurídico, los principios éticos y los valores de la Agencia, garantizando siempre la intervención humana en las decisiones propuestas por los sistemas de IA.
La estrategia requiere un impulso significativo en recursos humanos y técnicos. La Agencia planea aumentar estos recursos, adaptando sus programas de formación para garantizar que el personal adquiera y desarrolle las capacidades necesarias.
La Agencia Tributaria podría llegar a saberlo todo, marcando más estrictamente las obligaciones de los contribuyentes
Esta nueva estrategia de IA de la Agencia Tributaria promete una transformación significativa en la gestión fiscal y aduanera, mejorando la eficiencia y eficacia de sus operaciones. Sin embargo, también plantea un escenario donde la capacidad de la Agencia para rastrear cualquier tipo de renta fuera de control se incrementará, marcando más estrictamente las obligaciones de los contribuyentes. Esta dualidad entre innovación tecnológica y control estricto suscita tanto expectativas de mejora como preocupaciones sobre la privacidad y la equidad en el tratamiento de los ciudadanos. Y como sufrido contribuyente de una Agencia Tributaria que, en mi humilde opinión, es depredadora, me causa desazón saber que ahora ese Gran Hermano estará dotado de una IA. Con la presión adicional de las jubilaciones masivas inminentes en la administración pública, la IA se presenta no solo como una herramienta de eficiencia, sino como una necesidad urgente para mantener la operatividad y eficacia del sistema tributario español en los próximos años. Veremos.