Siempre he creído que hay historias que, aunque no terminen con el brillo deseado, resplandecen por la luz de la perseverancia y el honor. Tal es la epopeya de Adrián Vicente Yunta, nuestro paisano mequero, en estas controvertidas Olimpiadas de París 2024.
La travesía deportiva de Adrián fue una serie de elecciones y oportunidades que él mismo forjó con su esfuerzo inmarchitable. De niño, practicó karate, judo y baloncesto, pero fue una exhibición de taekwondo la que encendió la chispa de su pasión. A los 12 años, después de ver aquella exhibición, le dijo a su madre: «mamá, yo quiero hacer eso». Un año después, ya competía y, al segundo, dejó el baloncesto para dedicarse completamente a las artes marciales.
Adrián Vicente se ha quedado a un paso de la medalla de bronce
El taekwondo no es un deporte mayoritario en España; apenas cuenta con poco más de 50.000 federados. Sin embargo, Adrián demostró que, con dedicación y trabajo, las oportunidades llegan. Su lema, «si te pilla la suerte, que te encuentre trabajando», lo llevó a proclamarse Campeón de Europa Absoluto a los 18 años, tras mudarse al Centro de Alto Rendimiento (CAR) de Madrid, una decisión difícil, pero acertada.
Adrián se erige como una figura indiscutible en el taekwondo, un guerrero entre sus compañeros. Su breve pero brillante trayectoria ya está marcada por una medalla de oro en los Juegos Europeos de Cracovia 2023, y un bronce en el Campeonato Mundial del mismo año. Como curiosidad, gracias a las hazañas compartidas con Adriana Cerezo, la joven promesa que se inició junto a él en un modesto gimnasio de Alcalá de Henares, algunos los llaman con afecto y admiración: ‘los adris’.
No ha podido ser para Adrián en estas Olimpiadas, nuestro paisano compitió admirablemente, pero en el combate definitivo, se midió al tunecino Mohamed Jendoubi, número uno del mundo, y en esta ocasión, no pudo ser. Sin embargo, lo que ha demostrado en estas Olimpiadas trasciende cualquier medalla. Su profesionalidad, su dedicación y su capacidad para sobreponerse a las adversidades lo convierten en un verdadero campeón. Como mequero de adopción, no puedo más que admirar y felicitar a Adrián por los éxitos conseguidos en dura pugna con oponentes de gran nivel. En un deporte donde la victoria puede decantarse de un lado u otro en cualquier momento, Adrián ha mostrado un coraje y una tenacidad dignos de los más altos elogios.
Miguel Ángel Herranz, su entrenador de toda la vida, destaca su profesionalidad con el peso y las lesiones, y su incansable ambición. Su rutina en el CAR es extenuante, con triple sesión los lunes y doble el resto de la semana. Además, ha trabajado su salud mental con tres años de terapia junto a Pablo del Río, psicólogo deportivo del CAR. Estos sacrificios no solo muestran su compromiso, sino también su amor por el deporte que lo eligió a él tanto como él a él.
Considero que Adrián merece un homenaje por parte del consistorio mequero y de sus paisanos. Su historia es un ejemplo vivo de los valores más altos del deporte: trabajo duro, sacrificio y perseverancia. Pese a no haber conseguido la medalla, su gesta en París 2024 es un motivo de orgullo para todos los mequeros y un legado que inspirará a futuras generaciones.
Desde mi humilde blog, ruego al Ayuntamiento de Meco que rinda el homenaje que Adrián merece. Que su ejemplo brille como un faro para todos nosotros.
Grande don Adrián, es usted muy grande, y persevere, que Los Ángeles en 2028 le esperan.