La DANA que ha golpeado recientemente en la Comunidad Valenciana ha dejado una estela de daños materiales y emocionales. Calles anegadas, infraestructuras comprometidas y, lamentablemente, vidas perdidas. Estos eventos no son una novedad, pero la frecuencia e intensidad con que ocurren deberían hacernos reflexionar sobre nuestra capacidad de respuesta y prevención. Si bien la solidaridad ciudadana ha sido ejemplar, la falta de coordinación y preparación evidenciaron una urgente necesidad de cambio en la manera en que nos enfrentamos a los desastres naturales en España.
¿Qué es una DANA?
Antes de entrar en las propuestas, conviene comprender el fenómeno. DANA es el acrónimo de «Depresión Aislada en Niveles Altos», un término que describe una situación meteorológica de baja presión en los niveles altos de la atmósfera, completamente separada de la circulación atmosférica general, en nuestro caso de la circulación del oeste. Esta separación le otorga cierta independencia, permitiéndole permanecer durante días en la misma área o incluso desplazarse en direcciones impredecibles, e incluso retrógradas (de este a oeste).
Las DANAs son fenómenos potencialmente peligrosos que afectan con especial intensidad al área mediterránea a finales del verano y el otoño, cuando el mar aún conserva un alto nivel de calor acumulado. Esta situación aumenta la evaporación del agua, creando un ambiente propicio para el desarrollo de enormes nubes cargadas de humedad, capaces de descargar lluvias torrenciales que ocasionan graves inundaciones, deslizamientos de tierra y pérdidas materiales y humanas. Aunque el término «gota fría» es familiar para muchos como sinónimo de este fenómeno, en el ámbito profesional se prefiere el término DANA.
La complejidad de una DANA y su capacidad para descargar cantidades inusitadas de lluvia en periodos muy breves exige una preparación en todos los niveles: desde el conocimiento y la educación, hasta la tecnología y la infraestructura. Este decálogo reúne diez áreas de actuación que considero fundamentales para que España pueda enfrentar con mayor fortaleza las DANAs y otros desastres naturales.
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El presente decálogo se construye con la información publicada por el gran Pablo Fuente en X, a quien, desde aquí, os invito a seguir.
Decálogo para un futuro mejor preparado
A continuación, presento un decálogo de acciones esenciales para mejorar la preparación ante desastres naturales en España, desde la información hasta la infraestructura. El llamado cambio climático nos recuerda constantemente que estos fenómenos extremos serán cada vez más frecuentes, y nuestra única opción es estar mejor preparados para ellos.
1. Plataforma Nacional de Prevención: ‘España Segura’
Para estar informados y preparados, necesitamos una fuente centralizada de información y coordinación. Proponemos la creación de una plataforma nacional, llamada ‘España Segura’, que funcione tanto en formato web como a través de una aplicación móvil. Esta plataforma permitiría a cualquier ciudadano acceder a información actualizada sobre riesgos meteorológicos, guías de preparación y alertas en tiempo real.
Alertas en tiempo real y notificaciones geolocalizadas
La tecnología de geolocalización puede jugar un papel esencial en situaciones de emergencia. Esta plataforma debe enviar alertas personalizadas, con recomendaciones y avisos adaptados a cada región. La rapidez de estas notificaciones permite tomar medidas preventivas inmediatas, reduciendo el impacto de las catástrofes.
Consejos de preparación y simulacros virtuales
‘España Segura’ también podría incluir una sección educativa con simulacros virtuales interactivos que ayuden a la población a aprender cómo actuar en situaciones de emergencia. Mediante vídeos, infografías y mapas interactivos, se pueden enseñar conceptos básicos de seguridad ante inundaciones, incendios y otros riesgos naturales.
2. Incorporación de la educación sobre desastres naturales en el currículo escolar
Los niños y jóvenes de hoy serán los adultos de mañana, por lo que es esencial que entiendan la importancia de la prevención y conozcan las bases de la gestión de riesgos. La educación sobre fenómenos naturales, el cambio climático y las medidas de preparación deberían integrarse de manera sistemática en el currículo de Ciencias Sociales y Naturales.
Simulacros escolares y proyectos de preparación
Simulacros escolares que enseñen a los estudiantes cómo reaccionar ante un desastre pueden marcar una gran diferencia. En Japón, por ejemplo, los simulacros de terremoto son una práctica habitual, y los resultados han demostrado que los jóvenes están más preparados. En el caso de España, se podrían realizar ejercicios prácticos sobre inundaciones y tormentas.
Proyecto de preparación familiar
Una buena iniciativa sería que los estudiantes elaboraran un proyecto de preparación familiar. Este tipo de tarea les permitiría discutir en casa sobre las rutas de evacuación, los puntos de encuentro y la importancia de un kit de emergencia.
3. Campañas de concienciación pública: prevención en el corazón de la sociedad
La prevención empieza por la sensibilización de la sociedad. Por eso, una campaña nacional de concienciación pública que eduque y motive a los ciudadanos a tomar medidas preventivas sería crucial. Lemas impactantes como “No te la juegues, prepárate” pueden calar en el público si se apoyan en un mensaje claro y constante.
Participación de figuras públicas e influencers
La participación de actores, deportistas y personalidades reconocidas amplificaría el mensaje, alcanzando a un mayor número de personas y fomentando la conciencia de la necesidad de estar preparados. A través de redes sociales y medios tradicionales, estas figuras pueden ayudar a transmitir los valores de preparación y responsabilidad ante situaciones de emergencia.
Campañas multicanal
Para que una campaña de concienciación sea eficaz, debe estar presente en múltiples canales: televisión, radio, prensa, internet y redes sociales. La repetición y la diversidad de los medios de difusión aseguran que el mensaje llegue al mayor número de personas posible.
4. Certificación de zonas preparadas: ‘Barrio Seguro’
El reconocimiento de aquellos municipios y barrios que adopten medidas avanzadas de preparación sería una manera de motivar a otros a seguir el mismo camino. Esta certificación, que podríamos llamar “Barrio Seguro”, recompensaría a las zonas que se esfuercen por proteger a sus habitantes frente a desastres naturales.
Beneficios para los barrios certificados
Los beneficios de esta certificación podrían incluir descuentos en seguros, acceso a fondos para la mejora de infraestructuras y una mayor prioridad en la asignación de recursos en caso de emergencia. Además, este reconocimiento actuaría como un incentivo para otras comunidades, fomentando una preparación más amplia y organizada.
Auditorías y mantenimiento de la certificación
La certificación de un barrio o municipio no debe ser algo estático. Las auditorías periódicas asegurarían que estos lugares mantengan sus niveles de preparación, actualizándolos cuando sea necesario y mejorando constantemente los recursos disponibles.
5. Semana Nacional de Preparación: un evento anual de educación y prevención
La creación de una Semana Nacional de Preparación en la que toda la sociedad participe ayudaría a cimentar una cultura de prevención. Durante esta semana, se podrían organizar talleres, ferias de seguridad, simulacros y charlas informativas que permitan a la población aprender y practicar las habilidades necesarias para actuar en emergencias.
Participación de entidades públicas y privadas
Para maximizar el impacto, la Semana Nacional de Preparación debe contar con el apoyo de instituciones públicas, organizaciones no gubernamentales y empresas privadas. Cada una de estas entidades puede aportar recursos, conocimientos y medios para educar a la población.
Actividades para todas las edades
Es importante que las actividades de la semana estén adaptadas a todas las edades, desde niños hasta ancianos, para que toda la sociedad pueda involucrarse y aprender. Actividades como charlas, ejercicios prácticos y proyecciones de películas sobre desastres naturales podrían despertar la curiosidad y enseñar lecciones valiosas.
6. Inversión en infraestructuras adaptadas y seguras: prioridad nacional
Los eventos extremos de los últimos años han demostrado que nuestras infraestructuras están lejos de ser suficientes frente a fenómenos como la DANA. En zonas vulnerables, como el barranco de la Saleta y la cuenca del Poyo en Valencia, la falta de inversión ha dejado expuestos a miles de personas. Una infraestructura adaptada debe incluir proyectos de encauzamiento, vías verdes de drenaje y sistemas que soporten lluvias torrenciales.
Obras de encauzamiento y sistemas de drenaje verde
La construcción de sistemas de encauzamiento y drenaje adecuados, como las vías verdes de drenaje, podría reducir drásticamente el impacto de las lluvias torrenciales. Estos sistemas permiten canalizar el agua de forma natural y evitan que se acumulen grandes cantidades en zonas habitadas.
Recuperación de proyectos atrasados y evaluación de nuevas necesidades
España necesita una política de infraestructuras adaptada a la nueva realidad climática. Los proyectos de protección, como los de la Confederación Hidrográfica del Júcar, que llevan más de una década en espera, deben ser priorizados. Sin una planificación a largo plazo, cada retraso incrementa los riesgos y los costos humanos y económicos de las catástrofes.
7. Sistema Integrado de Alertas Multicanal: comunicación eficaz en emergencias
La descoordinación en la emisión de alertas durante la última DANA en Valencia evidenció la necesidad de un sistema de alertas multicanal, que integre televisión, radio, internet y dispositivos móviles. Este sistema sería clave para que la información de emergencia llegue de manera inmediata a todos los ciudadanos.
Mensajes claros y estandarizados
Para ser eficaces, las alertas deben usar un lenguaje claro y accesible, sin tecnicismos, y emplear símbolos universales que todos comprendan. Un sistema que indique los niveles de riesgo mediante colores o símbolos reconocibles ayudaría a la población a reaccionar adecuadamente sin confusiones.
Acuerdos con operadores de telecomunicaciones
A través de acuerdos con operadores de telecomunicaciones, las alertas geolocalizadas podrían llegar a todas las personas en áreas de riesgo. Esto no solo aceleraría la difusión, sino que también permitiría personalizar las alertas en función de la localización y el nivel de riesgo de cada región.
8. Promoción de la educación comunitaria y simulacros regularizados
Realizar simulacros y fomentar la educación comunitaria son claves para reducir el pánico y la desinformación en una emergencia. Los simulacros permiten a los ciudadanos familiarizarse con los protocolos de seguridad, aumentando su capacidad para actuar de manera organizada y eficiente.
Cursos de primeros auxilios y gestión de emergencias
La organización de cursos de primeros auxilios y gestión de emergencias en centros comunitarios dotaría a los ciudadanos de habilidades básicas para ayudar a sus vecinos y proteger a sus familias. Aprender a administrar primeros auxilios, evacuar a personas vulnerables y comunicarse en una emergencia puede salvar vidas.
9. Preparación familiar y personal: una responsabilidad de todos
Cada hogar debe contar con un plan básico para situaciones de emergencia. Esto incluye tener un kit de emergencia, definir rutas de evacuación y asegurarse de que todos los miembros de la familia comprendan su rol en una situación de crisis.
Kit de emergencia y plan familiar
Es fundamental que cada familia cuente con un kit de emergencia que incluya agua, alimentos no perecederos, linternas, un botiquín y documentos importantes en una bolsa impermeable. Un plan familiar de evacuación y comunicación reducirá el caos y mejorará la capacidad de reacción de cada hogar.
10. Exigir responsabilidad a las autoridades para una gestión preventiva
Finalmente, necesitamos exigir a las autoridades que actúen con responsabilidad y prioridad en la gestión de la prevención. Cada proyecto pospuesto o ignorado representa un riesgo aumentado para la población. No podemos permitir que la falta de voluntad política siga exponiendo a nuestras comunidades.
Inversiones con visión de futuro
Los proyectos de infraestructura en espera deben implementarse de inmediato, y las nuevas necesidades deben ser evaluadas con una perspectiva a largo plazo. La seguridad de nuestras comunidades depende de decisiones políticas informadas y comprometidas.
No es excusa para la falta de coordinación y la inacción de las administraciones públicas culpar al cambio climático como el único responsable de esta tragedia. Aunque el cambio climático agrava la frecuencia e intensidad de fenómenos como las DANAs, la verdadera tragedia es la falta de preparación y de una respuesta eficaz de quienes deberían haber estado preparados. Es inadmisible que, en cada nueva crisis, se eche la culpa exclusivamente a fuerzas naturales mientras se ignoran las responsabilidades de los gestores públicos en la prevención, planificación y respuesta. La naturaleza actúa, pero la falta de medidas y previsión humana es lo que convierte estos eventos en catástrofes evitables.
La DANA nos ha recordado una vez más la vulnerabilidad de nuestras comunidades. Este decálogo pretende construir una cultura de prevención en España, una en la que la preparación sea tan importante como la respuesta inmediata. Si algo nos ha enseñado esta tragedia es que la naturaleza no espera.
Este decálogo recoge solo diez propuestas, pero sabemos que no son suficientes. La realidad es que hacen falta más acciones para que podamos enfrentarnos a los desafíos de un clima cada vez más extremo. Este texto es solo un punto de partida, y por eso te invito a que en los comentarios sumes las ideas y medidas que crees que podrían hacer una verdadera diferencia. ¿Qué más crees que debería implementarse para que España esté realmente preparada? Tu opinión es clave para construir una prevención más completa y eficaz.