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De Trump, Musk y el éxodo digital: ¿Es Bluesky el arca para los desencantados de X?

Con la victoria de Donald Trump y el reinado de Elon Musk en X, antiguos amos del discurso encuentran refugio en Bluesky, una red social que promete ser limpia y descentralizada. Pero la fuga también refleja una verdad incómoda: las "notas de comunidad" de X han desnudado los bulos disfrazados de verdades absolutas. ¿Es Bluesky la solución o solo otro espejismo digital?

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El fenómeno no es nuevo. Cambian los nombres, las plataformas y los actores, pero la esencia permanece. Ya lo vivimos con Mastodon hace unos años, cuando hordas de desencantados huían de lo que entonces era Twitter, buscando un espacio sin trolls, sin bots y, sobre todo, sin contradicciones. Hoy el escenario se repite. La victoria de Donald Trump y su aparente alianza con Elon Musk —ese genio caótico y megalómano al que uno no sabe si aplaudir o temer— han hecho que algunos de los guardianes de la «verdad incontestable» busquen otro refugio. Esta vez, el éxodo apunta a Bluesky, la promesa de un paraíso social libre de interrupciones molestas… como esas infernales notas de comunidad que en X han dejado más de un ego herido.

Las «notas de comunidad»: el espejo incómodo

Porque hablemos claro, la huida no es solo política, ni siquiera ideológica. Es una cuestión de control, de narrativa. Durante años, muchos medios, influencers y figuras públicas han reinado en las redes sociales como si fueran predicadores en un púlpito digital. Sus verdades, a menudo sesgadas o directamente fabricadas, circulaban sin oposición, porque en el mundo de antes no había espacio para la réplica inmediata. Pero Musk, con toda su arrogancia y caos, introdujo un arma inesperada: las notas de comunidad.

Estas pequeñas joyas, que permiten a los usuarios aportar contexto y matices a las publicaciones, han tenido un efecto devastador en quienes estaban acostumbrados a lanzar bulos como si fueran dogmas. De repente, sus afirmaciones se veían acompañadas de explicaciones que desmontaban, corregían o simplemente ponían en duda lo que decían. Como si alguien hubiera encendido la luz en una habitación llena de sombras, dejando al descubierto las costuras de un discurso que, a menudo, era más propaganda que verdad sostenida por unos supuestos «verificadores».

Musk, con toda su arrogancia y caos, introdujo un arma inesperada: las notas de comunidad

Un conocido lo describe con una frase brillante: «No es un bulo, es la metamorfosis de la verdad». Y en cierto modo tiene razón. En este mundo de percepciones y matices, lo que es un bulo para unos es una verdad sagrada para otros. Pero ahí radica la belleza —y el dolor— de las notas de comunidad. No eliminan las verdades ni las fabrican; simplemente las enfrentan a su contexto, a las evidencias, a los hechos que a menudo incomodan. Y eso, claro, ha dolido a muchos.

Bluesky: el cielo despejado

No es de extrañar que, ante este nuevo panorama, muchos hayan decidido buscar refugio en Bluesky. Para quienes no la conozcan, Bluesky es una red social de microblogging diseñada para ofrecer una experiencia más limpia y descentralizada. Se basa en el Authenticated Transfer (AT) Protocol, un sistema que permite a los usuarios personalizar su experiencia a través de servidores propios, eliminando la necesidad de un algoritmo todopoderoso que decida qué es importante y qué no.

En apariencia, Bluesky se parece mucho a X. Su diseño es casi idéntico, lo que facilita la migración, y sus funciones básicas —publicaciones, fotos, interacciones— resultan familiares para cualquier usuario de redes sociales. Pero aquí no hay notas de comunidad, ni algoritmos que prioricen un contenido sobre otro. Es, en cierto modo, un regreso a lo básico: un feed cronológico donde solo ves lo que eliges seguir. Para muchos, esto es un soplo de aire fresco; para otros, una oportunidad de recuperar un control que sienten haber perdido en X.

El éxodo de los ofendidos

El éxodo hacia Bluesky, sin embargo, tiene un trasfondo más complejo. No se trata solo de buscar un espacio más limpio o menos tóxico; se trata de huir de la incomodidad. Las notas de comunidad han creado un entorno donde las verdades absolutas son constantemente desafiadas. Y eso, para quienes han construido su reputación —o su influencia— sobre discursos unilaterales, resulta intolerable.

Los medios no son ajenos a este fenómeno. The Guardian, La Vanguardia y otros tantos han abandonado X no solo por las polémicas asociadas a Musk, sino porque el terreno se ha vuelto peligroso para sus narrativas. En Bluesky, al menos de momento, no hay réplicas incómodas ni comunidad vigilante. Es un terreno fértil para aquellos que necesitan recuperar un control que sienten haber perdido.

¿Es Bluesky la solución?

Pero no nos engañemos. Bluesky no es una utopía. Como cualquier plataforma, está destinada a evolucionar, y con ello llegarán los problemas. De momento, carece de funciones avanzadas como la subida de vídeos o hashtags, y su comunidad es todavía pequeña en comparación con X. Migrar a Bluesky significa, en muchos casos, empezar de cero, construir un nuevo feed y esperar que tus contactos hagan lo mismo. Herramientas como Sky Follower Bridge facilitan esta transición, pero no solucionan el problema de fondo: el valor de una red social no está en su tecnología, sino en su gente.

Y ahí es donde Bluesky enfrenta su mayor desafío. ¿Podrá atraer a suficiente masa crítica para convertirse en una alternativa real a X? ¿O se quedará como otro experimento fallido, como tantas redes que han venido y se han ido sin dejar huella? Por ahora, es un refugio para quienes buscan escapar de las notas de comunidad, pero tarde o temprano tendrá que enfrentarse al mismo dilema: ¿cómo equilibrar la libertad con la responsabilidad, la descentralización con la moderación?

El cielo azul… ¿por cuánto tiempo?

Mientras tanto, el éxodo continúa. Los desencantados, los ofendidos y los eternos insatisfechos buscan en Bluesky un cielo más despejado, libre de interrupciones y matices incómodos. Pero como todo en la vida, ese cielo azul no tardará en nublarse. Porque las plataformas son reflejo de quienes las usan, y donde hay humanos, hay conflictos, egos y verdades enfrentadas.

Quizás Bluesky logre mantener su esencia por un tiempo. Quizás incluso se convierta en un modelo para el futuro de las redes sociales. Pero no nos engañemos: las verdades no desaparecen porque huyamos de ellas. Y las notas de comunidad, con todos sus defectos, han demostrado una lección importante: no importa cuán alto subamos ni cuán lejos corramos, la verdad siempre nos encontrará, aunque sea en forma de un pequeño comentario al pie de una publicación. Y a los que dicen que se van de X, permítanme un consejo, que no es consejo, sino simple sentido común: quédense. No hay debate más aburrido que el que se celebra entre quienes piensan igual. Discrepen, discutan, repliquen, pero háganlo con inteligencia y, si no es mucho pedir, con educación. Las notas de comunidad no muerden, solo iluminan las sombras donde a veces se esconden las verdades incómodas. Y, si al final todo se torna insoportable, siempre pueden marcharse. Pero, por favor, no hagan tanto ruido al cerrar la puerta. La libertad, esa vieja dama que tantos dicen defender, comienza por tolerar al que opina distinto. Y eso, amigos, no lo arregla ni el cielo más azul.

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Desde hace más de 30 años ha estado ligado y promoviendo actividades relacionando la geología y geociencias con los recursos electrónicos, internet y las redes sociales y científicas. Jefe de administración del Ilustre Colegio Oficial de Geólogos (ICOG) desde el año 1990. En 1991-1996 Relaciones públicas y posteriormente responsable de marketing de la revista Tierra y Tecnología del ICOG. En 1993-1996 dirigió la publicación “El Geólogo” y en 1997 fundó “El Geólogo Electrónico”. Coordinador de las ediciones I a III del GEA-CD (recopilación y difusión de software para docentes y profesionales de las ciencias de la tierra y el medio ambiente en formato CD-ROM) entre los años 1996 a 1998. Colabora con la ONG Geólogos del Mundo creando su intranet y poniendo en marcha su página web institucional. Desde el año 2000 es responsable de calidad del ICOG (ISO 9001). Ha sido ponente en distintos eventos organizados por Unión Profesional y Unión Interprofesional de la Comunidad de Madrid, sobre la calidad aplicada al sector colegial. Asimismo, ha impartido charlas sobre búsqueda de empleo y redes sociales en el ICOG, Unión Profesional y Universidad Complutense. En 2005 implanta el visado electrónico de proyectos en el ICOG. En el ámbito de las webs y redes científicas, es Community manager del ICOG. Webmaster de la revista Tierra y Tecnología, de la página institucional del ICOG, de la Escuela de Geología Profesional, de la Red Española de Planetología y Astrobiología y de la International Association for Geoethics. Delegado de protección de datos del ICOG desde el año 2018. Experto en digitalización del sector de colegios profesionales ha sido ponente en el taller virtual sobre la "Transformación Digital del Sistema Colegial", organizado por Unión Profesional y Wolters Kluwer en 2020. Ha sido distinguido como Geólogo de Honor por la Asamblea General del ICOG el 15 de abril de 2023. En 2003 crea el “Blog de epampliega” un espacio personal que pasaría en 2008 a llamarse “Un Mundo Complejo” donde trata temas de: economía, redes sociales, innovación, sociedad, etc.

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