En un mundo donde las ambiciones geopolíticas están a flor de piel, el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, ha decidido reavivar su interés por Groenlandia. No es la primera vez que el magnate neoyorquino fija su mirada en esta vasta isla cubierta de hielo; ya en 2019 insinuó la posibilidad de comprarla, desatando una oleada de incredulidad y rechazo. Ahora, con un tono más decidido, Trump ha declarado que considera el control de Groenlandia una necesidad estratégica para la seguridad nacional de Estados Unidos.

Pero, ¿qué es lo que realmente subyace tras este renovado interés? Groenlandia, con una población de apenas 57.000 habitantes, ha sido durante siglos una tierra inhóspita, cubierta en su mayoría por una gruesa capa de hielo que ha mantenido ocultas sus riquezas naturales. Sin embargo, el avance del llamado «cambio climático» ha comenzado a desvelar los secretos mejor guardados de la isla. El deshielo acelerado ha dejado al descubierto vastos yacimientos de minerales codiciados en el mercado global: tierras raras, zinc, plomo, uranio y otros recursos esenciales para la tecnología moderna.

La posición geoestratégica de Groenlandia entre el Atlántico Norte y el Ártico añade una capa adicional de atractivo. Estados Unidos ya mantiene una presencia militar en la isla con la base aérea de Thule, pero el deshielo ha abierto nuevas rutas marítimas que podrían redefinir las dinámicas comerciales y militares en la región. El Ártico, antaño una barrera infranqueable, se perfila ahora como un nuevo escenario de competencia entre las grandes potencias.

Sin embargo, la historia reciente de Groenlandia es un mosaico de tensiones políticas y dilemas éticos. En 2021, el partido independentista Inuit Ataqatigiit asumió el poder, reflejando una creciente aspiración de independencia respecto a Dinamarca. Una de sus primeras medidas fue prohibir la extracción de uranio, gas y petróleo, en un intento por proteger el medio ambiente y responder a las preocupaciones de la población local sobre los impactos de la minería.

La retirada del hielo ha convertido a Groenlandia en un botín codiciado por las potencias mundiales

La comunidad internacional no ha permanecido indiferente. La Unión Europea, consciente de la importancia de las tierras raras para la transición energética y la reducción de la dependencia de China, firmó en 2023 un acuerdo de asociación estratégica de minerales con Groenlandia. Este movimiento subraya la creciente relevancia de la isla en el tablero geopolítico global.

El deshielo en Groenlandia ha sido significativo, con una reducción de 1,2 metros de media entre 2010 y 2023, lo que ha hecho que los recursos sean más accesibles. Sin embargo, la explotación de estos recursos requiere inversiones significativas y enfrenta desafíos debido a las difíciles condiciones del lugar.

El proyecto minero de tierras raras de Kvanefjeld, que atrajo el interés de empresas internacionales, incluida China, fue paralizado. En 2023, la empresa presentó una demanda contra los gobiernos de Groenlandia y Dinamarca, reclamando más de 7.500 millones de dólares por daños y perjuicios.

En este contexto, las declaraciones de Trump han reavivado viejas tensiones y suscitado nuevas inquietudes. El gobierno danés ha respondido con firmeza, anunciando una inversión de al menos 1.300 millones de euros para mejorar la defensa de Groenlandia, dejando claro que la isla no está en venta y que su soberanía no es negociable.

Mapa geológico de Groenlandia mostrando las cuencas con potencial de hidrocarburos (Christiansen, 2022). Las estrellas rojas marcan las diferentes minas activas y las estrellas verdes los proyectos mineros. Imagen del imprescindible trabajo de Christiansen, FG Historia de la exploración minera en Groenlandia. Miner Econ (2022). https://doi.org/10.1007/s13563-022-00350-2

Mientras tanto, los habitantes de Groenlandia se encuentran en una encrucijada. Por un lado, la posibilidad de aprovechar sus recursos naturales ofrece una vía hacia la independencia económica y política. Por otro, la explotación intensiva de estos recursos podría tener consecuencias medioambientales devastadoras, agravando aún más los efectos del cambio climático que ya están transformando su tierra.

La historia de Groenlandia es un recordatorio de cómo las ambiciones de las grandes potencias pueden chocar con las aspiraciones de los pueblos locales. En un mundo cada vez más interconectado, las decisiones que se tomen en esta remota isla ártica tendrán repercusiones que se sentirán en todo el planeta. El deshielo de Groenlandia no solo está revelando sus riquezas ocultas, sino también las complejidades y contradicciones de un mundo en el que el cambio climático y la geopolítica están inextricablemente entrelazados.

Oro negro bajo el hielo

Groenlandia es la isla más grande del mundo —cuatro veces la superficie de España, para que nos hagamos una idea—, no solo es un descomunal bloque de hielo, fiordos y auroras boreales. Bajo su manto blanco como hemos visto se esconde una abundancia insultante de recursos minerales y un potencial energético que haría salivar a cualquier potencia. Flemming Getreuer Christiansen, un profesional que sabe lo que dice, publicó en 2021 y 2022 varios estudios de acceso abierto donde diseccionaba con precisión de cirujano la historia de la exploración petrolera y mineral de la isla.

Entre 2010 y 2015, Groenlandia vivió su propio boom petrolero. Campañas de sísmica 2D y 3D, perforaciones por aquí y por allá y, en total, siete pozos de exploración abiertos en el frío silencio ártico. Aquello tenía todo el aspecto de una fiebre del oro negro con cascos de alta tecnología en lugar de sombreros de fieltro. Pero la industria petrolera no es precisamente un cuento de hadas. En 2015, con la caída de los precios del crudo, los inversores empezaron a guardar las herramientas. Súmale las condiciones técnicas infernales —porque perforar en el Ártico no es como clavar una sombrilla en la playa de Benidorm— y una administración local que se puso inflexible con los compromisos contractuales, y tienes la tormenta perfecta para que las multinacionales recogieran sus bártulos y se marcharan a jugar a otro sitio.

Lo curioso es que el problema nunca estuvo en el potencial de recursos de Groenlandia. El subsuelo de la isla tiene una cantidad y una calidad de datos sísmicos que harían llorar de envidia a cualquier geólogo. Especialmente en el offshore, donde cada grieta, cada formación rocosa parece susurrar historias de hidrocarburos atrapados desde tiempos remotos. Pero claro, una cosa es el potencial y otra la realidad. Y en Groenlandia, como en la vida, la realidad siempre se impone: fría, implacable y sin contemplaciones.

Y mientras tanto, Trump, como Sauron con su anillo, sigue mirando Groenlandia con ojos codiciosos, convencido de que él sería capaz de lograr lo que otros no consiguieron. Quién sabe, quizá en su cabeza la isla ya tiene su cara estampada en algún mapa. Pero de eso ya hablaremos otro día, porque si algo nos ha enseñado la historia es que los imperios, reales o imaginarios, siempre quieren más. Hasta que un día, como en Groenlandia, la tierra helada empieza a crujir bajo sus pies.

El apetito expansionista de Trump

Como Sauron (Señor de los Anillos), Trump parece querer un anillo para gobernarlos a todos: Estados Unidos, Canadá, Groenlandia y, ya de paso, hacerse con el Canal de Panamá mientras le cambia el nombre al Golfo de México por «Golfo de América». Lo divertido es que, cree que Estados Unidos es América, vamos, que confunde una parte con el todo. Eso sí, el anillo se forjará con el mineral extraído en Groenlandia.

Trump no se anda con chiquitas ni con metáforas. El tipo va con todo, como un vendedor de crecepelo en plena feria de pueblo. Groenlandia, el Canal de Panamá, Canadá… y, ya que estamos, cambiarle el nombre al Golfo de México por «Golfo de América». Porque si no pones tu apellido a las cosas -ojo, que América no son los Estados Unidos, es mucho más-, parece que no te pertenecen. Lo mismo lo bautiza con un cartel luminoso: “Trump Gulf”. Un neón enorme que se vea desde la Estación Espacial Internacional.

Pero habría que recordarle -para eso está este español-, que ya en el siglo XVI, cuando todavía los europeos se batían el cobre con armaduras y no con corbatas, el nombre original del Golfo fue «de Nueva España». Lo exploraron Grijalva y Cortés con barcos de vela que llevaban más historia y ambición que toda la retórica trumpiana.

Veracruz fue la puerta del comercio y de la conquista, un hervidero donde zarpaban galeones cargados de plata y volvían con sed de gloria. Los Estados Unidos, ni estaban, ni se les esperaba hasta unos siglos más tarde. El puerto donde las carabelas tocaban América con salitre en las velas. Y ahí se escribieron páginas que ni todo el Twitter de Musk podrá borrar.

Así que, si el amigo Donald viene «a calzón bajao», que lo haga sabiendo que esta historia viene de largo y que antes de «Golfo de América» hubo un tiempo en que Europa miraba al océano y veía un mapa que decía: «Golfo de Nueva España». Más antiguo que sus negocios. Pero bueno, ya se sabe: Trump siempre quiso ser conquistador, pero le faltan carabelas y le sobran reality shows. Veremos en qué queda.

Pero no nos adelantemos, que lo de Groenlandia ya da para un buen rato. Otro día, si el cuerpo aguanta y el café lo permite, hablaremos en el blog sobre esa otra genialidad de Trump: hacerse con Canadá y el Canal de Panamá, con lo que convertiría a los “Estados Juntitos” en un imperio de manual, versión siglo XXI. Porque, al parecer, el mapa de su despacho no tiene límites. ¿Por qué esa obsesión con jugar a Risk con el mundo real? Pues eso lo dejamos para próximas entregas. Prepárense.

¿Y tú qué opinas?

La historia de Groenlandia, sus riquezas y las ansias de poder de quienes la codician son, sin duda, el reflejo de un mundo donde los mapas aún pueden cambiarse a golpe de intereses. Pero tú, que has llegado hasta aquí, ¿qué piensas de todo esto? ¿Crees que la ambición de Trump es un disparate más o un movimiento estratégico calculado? Déjame tu opinión en los comentarios. Aquí se debate sin filtros y con nombre propio, como en las buenas tertulias de antaño. ¡Te espero!

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Enrique Pampliega
Desde hace más de 30 años ha estado ligado y promoviendo actividades relacionando la geología y geociencias con los recursos electrónicos, internet y las redes sociales y científicas. Jefe de administración del Ilustre Colegio Oficial de Geólogos (ICOG) desde el año 1990. En 1991-1996 Relaciones públicas y posteriormente responsable de marketing de la revista Tierra y Tecnología del ICOG. En 1993-1996 dirigió la publicación “El Geólogo” y en 1997 fundó “El Geólogo Electrónico”. Coordinador de las ediciones I a III del GEA-CD (recopilación y difusión de software para docentes y profesionales de las ciencias de la tierra y el medio ambiente en formato CD-ROM) entre los años 1996 a 1998. Colabora con la ONG Geólogos del Mundo creando su intranet y poniendo en marcha su página web institucional. Desde el año 2000 es responsable de calidad del ICOG (ISO 9001). Ha sido ponente en distintos eventos organizados por Unión Profesional y Unión Interprofesional de la Comunidad de Madrid, sobre la calidad aplicada al sector colegial. Asimismo, ha impartido charlas sobre búsqueda de empleo y redes sociales en el ICOG, Unión Profesional y Universidad Complutense. En 2005 implanta el visado electrónico de proyectos en el ICOG. En el ámbito de las webs y redes científicas, es Community manager del ICOG. Webmaster de la revista Tierra y Tecnología, de la página institucional del ICOG, de la Escuela de Geología Profesional, de la Red Española de Planetología y Astrobiología y de la International Association for Geoethics. Delegado de protección de datos del ICOG desde el año 2018. Experto en digitalización del sector de colegios profesionales ha sido ponente en el taller virtual sobre la "Transformación Digital del Sistema Colegial", organizado por Unión Profesional y Wolters Kluwer en 2020. Ha sido distinguido como Geólogo de Honor por la Asamblea General del ICOG el 15 de abril de 2023. En 2003 crea el “Blog de epampliega” un espacio personal que pasaría en 2008 a llamarse “Un Mundo Complejo” donde trata temas de: economía, redes sociales, innovación, sociedad, etc.

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