Hay quienes nacen con oído para los idiomas, y luego estamos los demás. Yo, por ejemplo. Madrileño de pura cepa, criándome entre chulapos y chisperos, bastante tenía con aprender a conjugar los tiempos verbales de nuestro español recio. El inglés me suena a subtítulo y el francés a carta de restaurante caro.
Lo reconozco: mi relación con los idiomas ha sido siempre un combate desigual. Ellos atacaban con conjugaciones irregulares y yo respondía con tacos. Pero claro, en un mundo globalizado, eso de no hablar inglés o no entender un alemán cerrado se convierte en un problema. Y más si te tienden videollamadas con suecos, coreanos o, en mi caso, con un argentino que habla —en argentino— más rápido que un locutor de galgos.
Google Meet y Gemini: el nuevo dúo dinámico
Y entonces llega Google con su flamante Gemini y te dice: «No te preocupes, chaval, que a partir de ahora podrás hablar en español y te traducimos en tiempo real con tu propia voz al idioma del interlocutor». Como si fuera lo más normal del mundo. Como si eso no lo soñara yo en 1999 mientras sudaba haciendo una web para un grupo inglés traduciendo a mano con diccionario Collins.
Lo que han presentado es simple en apariencia, pero revolucionario en esencia: una función en Google Meet que traduce tu voz, manteniendo el tono, el timbre y el contexto. Vamos, que pareces tú, pero hablando italiano sin haber pisado Roma. Un milagro. O un sacrilegio, según se mire.
De «¿You understand me?» a «Dale, boludo»
De momento funciona en inglés y español —los idiomas que uno más mezcla cuando hace el ridículo en el extranjero—, pero prometen añadir alemán, portugués, italiano y lo que se tercie. Lo que significa que, si todo va bien, pronto podrás hacer negocios con Berlín, tomar vermú con Lisboa o flirtear en Milán sin hablar más que castizo profundo.
Y a mí, particularmente, me abre una puerta que llevaba años atrancada: entender de verdad a mi colega argentino. Porque hablamos el mismo idioma, sí, pero no la misma lengua. Cuando él dice que algo es “una barbaridad”, yo ya no sé si asustarme o aplaudir. Cuando le oigo decir que “se armó quilombo”, me entran ganas de llamar a los antidisturbios. Y cuando dice “estás re loco, boludo”, aún dudo si me insulta o me quiere.
Recuerdos del Heracles: del inglés al nabo
Este tipo de malentendidos me lleva inevitablemente a un recuerdo glorioso de mi juventud. Corría el año en que tenía dieciséis, cuando aún levantaba pesas y soltaba ganchos en un gimnasio de barrio que se llamaba Heracles, como el semidiós. Allí conocí a un yanqui de California, rubio, enorme, que venía a entrenar porque decía que jugaba al rugby.
Y claro, entre repeticiones y chistes de vestuario, un día se nos ocurrió explicarle —con toda la guasa del mundo— que en español no era lo mismo “dar en el clavo” que “dar en el nabo”. Aquello acabó con el americano descojonado y repitiendo «nabo» cada vez que metía un placaje. Por eso, cuando Google dice que su Gemini entiende el contexto de lo que decimos… yo me río. Que le metan esa a la IA, a ver qué hace.
El taco ibérico y la inteligencia artificial
Y es que aquí está el meollo: ¿cómo traduce Gemini los tacos españoles? Porque traducir “tengo hambre” está muy bien. Pero prueba tú a traducir “¡la madre que te parió!” sin perder la música que lleva detrás. Difícil.
Google promete que la IA respeta el tono, el estilo y la intención del mensaje, lo cual me parece una heroicidad. Porque en español le puedes llamar “hijo de puta” a alguien y según el momento, el tono y la cerveza, eso puede ser un insulto o un homenaje. “¡Hijo de puta, cómo has dejado al rival!” no es lo mismo que gritarle eso al portero que te ha dejado tirado. ¿Lo sabrá Gemini? ¿Lo sentirá? ¿Se le revolverá el código?
Y sí, dicen que reproduce tu voz —o algo lo bastante parecido—. Que la IA te imita. Que es como si hablaras tú en otro idioma sin haber pasado por una clase de gramática. Fascinante. Pero me da que aún estamos a años luz de que la máquina entienda la poesía implícita en un “vete a tomar polculo”.
Tecnología sin cortes ni sustos
Una de las promesas clave de esta función de traducción simultánea en Google Meet es que no interrumpe el ritmo natural de la conversación. Nada de pausas incómodas, ni de esperar a que el doblador termine su párrafo. Tú hablas, y Gemini lo lanza al otro lado como si fueras políglota. Todo fluye. Como el vino, cuando no tienes que pedirlo en inglés.
Eso sí, de momento, esta maravilla está en fase beta y solo disponible para usuarios premium con planes AI Pro y Ultra. Los pobres de espíritu —y de bolsillo— tendremos que esperar. Pero cuando llegue al común de los mortales, será como cuando nos pusieron calefacción en casa: no volveremos a hablar con subtítulos jamás.
El fin de las clases de inglés (con perdón de los filólogos)
Esto, dicen algunos, es el principio del fin de las lenguas extranjeras. Que ya nadie aprenderá idiomas, que nos volveremos idiotas digitales. Puede ser. Pero también dijeron que el GPS mataría el sentido de la orientación y aquí estamos, llegando a los sitios sin perdernos y sin discutir con la señora que nos dice “gire a la izquierda”.
Yo no quiero dejar de aprender. Pero si tengo una IA que me permite entender a un coreano en un simposio sin pasar por Duolingo, me ahorro la humillación y el diccionario de bolsillo. Que ya no estoy para eso. Que uno tiene una edad.
Del castillo de Babel al castillo en la nube
Lo que está haciendo Google con esta función no es poca cosa. Nos devuelve la posibilidad de entendernos sin entendernos, de hablar como somos y que nos escuchen como deberían. Es como poner orden en el caos de la torre de Babel, pero en versión cloud, con diseño minimalista y mucho blablablá en San Francisco.
Y no es solo para empresas. También servirá para que una abuela en Zaragoza hable con su nieto en Londres sin confundir “jamón” con “ham” ni “pasta” con “fideos”. Para que un agricultor en Almería entienda al tipo de Bruselas que le quiere imponer cuotas. Para que un servidor, madrileño hasta el tuétano, hable con un argentino sin pensar que cuando dice “quilombo” se refiere a una banda punk.
Tu voz, su acento, nuestro problema
Pero lo más inquietante —y lo digo con una ceja levantada— es que la IA genera tu voz en otro idioma. O algo parecido. Mantiene tu timbre, tus pausas, tu estilo. Es como oírte a ti mismo hablando inglés… bien. Y eso da miedo. Porque uno no está acostumbrado a oírse bien pronunciado. Ni siquiera en español.
Esto plantea una pregunta filosófica, casi ontológica: si una IA puede hablar como tú, pensar como tú y entender lo que tú quieres decir mejor que tú… ¿para qué te van a invitar a las reuniones?
Conclusión: habla tú, que Gemini ya traduce
En fin. Yo no sé si Gemini cambiará el mundo, pero desde luego me va a cambiar las videollamadas. Podré hablar con mi colega argentino sin miedo a que me tome por gilipollas o por conservador, según la acepción porteña. Podré participar en charlas internacionales sin parecer que estoy leyendo las instrucciones de una batidora. Podré, en fin, decir lo que pienso… y que me entiendan. En todos los idiomas.
No seré políglota. Pero gracias a Google Meet y a su traducción simultánea por voz, al menos pareceré listo. Y eso, a estas alturas, no es poca cosa.
¿Y tú? ¿Has probado ya esta función de Google? ¿Te fías de una IA que habla como tú? ¿Crees que entendería tus tacos o que te los censuraría con asteriscos? Cuéntamelo en los comentarios. Pero, eso sí, sin traductor. Que todavía me quedan arrestos para leer en español.