Poco sabía yo de Paco Álvarez cuando escribía en mi blog aquel post titulado «También fuimos romanos en Meco», inspirado en los hallazgos arqueológicos cercanos a la actual estación de tren de mi localidad. En aquellos días, cuando se preparaba el evento Complutum Renacida, escribía también sobre esa joya escondida que es la tienda del Museo Arqueológico Regional de la Comunidad de Madrid: «Los Viajeros del Tiempo y otras adicciones respetables». Quizá fue un tuit, quizá un post de Facebook; lo cierto es que el destino digital, siempre caprichoso, me llevó a cruzarme en la red con Paco Álvarez. Y como uno no puede dejar pasar ciertos trenes, tan pronto tuve ocasión, me hice con su último libro, «Roma Underground: El lado oculto del Imperio».

Lo devoré con la voracidad de un ratón sobre incunable, sumergiéndome en páginas que me condujeron por una Roma jamás iluminada por la historia oficial; una ciudad que palpitaba en las sombras del Coliseo, ajena a las grandes hazañas y glorias imperiales que suelen monopolizar los relatos tradicionales. Editado por Edaf este mismo mes de mayo, el libro despliega en sus 320 páginas una Roma auténtica, áspera y brutalmente humana, habitada por delincuentes, prostitutas, esclavos y pobres diablos cuyo máximo triunfo era llegar vivos al siguiente amanecer —¿les suena?—.
Leer a Álvarez es como abrir una alcantarilla en plena Vía Appia y bajar al submundo romano, lejos del brillo imperial y cerca del barro cotidiano. Su narrativa, mordaz y profundamente crítica, escarba con destreza en la vida diaria de aquellos olvidados del Imperio que sustentaban con sudor, lágrimas y sangre la grandeza que aún hoy admiramos. Paco se convierte así en un moderno Virgilio que nos guía magistralmente por esa Roma subterránea, del mismo modo que el poeta romano condujo a Dante a través del Infierno y el Purgatorio.
En este descenso al corazón marginal del Imperio, Álvarez aborda con crudeza asuntos como la precariedad económica, las insalubres condiciones de vida, la rampante corrupción y la cruda realidad del ocio popular, todo ello salpicado de anécdotas y personajes anónimos que emergen poderosamente vivos del olvido histórico. Me sorprendió, entre risas amargas y silenciosas reflexiones, comprobar cuán familiares resultan esas miserias pasadas, ecos perturbadores de nuestra actualidad.
Además, a lo largo de toda la obra, me encontré con una sorpresa tan grata como inesperada: alusiones sutiles pero constantes a aquellos grupos musicales ochenteros que definieron la banda sonora de mi juventud. Incluso uno de sus capítulos lleva por título «Sexo, vicio y rocanról», todo un grito de guerra para quienes fuimos jóvenes en aquella época irrepetible. Impulsado por la curiosidad, revisé entonces la biografía de Álvarez y, coño, resulta que ambos somos de la misma buena cosecha del 65, rozando ya esos 60 años de almanaque que pesan como medallas de veterano. Comprendí mejor así sus referencias a un tiempo musical inmarchitable, cuyos acordes aún despiertan rebeldías dormidas y nostalgias intactas.
Roma Underground revela también la profunda superstición y la religiosidad de un pueblo cuya vida cotidiana estaba impregnada por un misticismo delirante y pragmático a partes iguales. Me fascinó descubrir cuán profundamente esas antiguas creencias siguen resonando hoy en nuestras propias vidas y conductas modernas.
El estilo narrativo de Paco Álvarez es una bocanada de aire fresco, lejos de academicismos rancios, combinando rigor histórico con un tono ameno y coloquial, como si conversáramos con él en alguna taberna romana entre sorbos de vino y mordiscos de queso curado. Su talento radica en humanizar lo lejano, acercándolo hasta hacerlo casi tangible y provocando en el lector un reconocimiento inmediato de lo descrito. Porque, tras cerrar el libro, queda claro que aunque separados por siglos, los problemas cotidianos de Roma guardan inquietantes similitudes con los nuestros.
En definitiva, Roma Underground es imprescindible para entender que detrás de todo gran imperio y civilización palpita la vida anónima de quienes jamás entraron en las grandes crónicas históricas, pero que fueron imprescindibles para sostenerlas. Álvarez reivindica con brillantez y valentía a esos «romanos sin Historia», logrando que, al concluir la lectura, uno sienta haber conocido profundamente a esos olvidados ciudadanos como si hubieran sido sus vecinos de siempre.
Si alguna vez dudaste de la importancia de conocer la historia desde abajo, este libro despejará todas tus incertidumbres. No solo es recomendable; es indispensable para mirar a Roma con los ojos abiertos y sin prejuicios.
Gracias, Paco, por guiarme en este memorable paseo por la Roma de los desheredados, por la Roma de los sinnombre, por la Roma real que late y respira bajo las sombras de la historia oficial. Gratias ago tibi, Paco, faveant tibi dii.
Paco Álvarez (Madrid, 1965) es geógrafo, historiador y divulgador, aunque él prefiere definirse como «romanólogo». Tras recorrer medio mundo en el ámbito de la comunicación y el marketing, decidió que era hora de desempolvar la historia y contarla como se merece: con rigor, retranca y sin reverencias innecesarias. Colaborador habitual en medios como La 2 de RTVE, National Geographic Channel, BBC y COPE, también participa en proyectos divulgativos como Academia Play y Clío Historia. Entre sus obras destacan «Somos romanos», «Estamos locos estos romanos», «Romanos de aquí», «Mitomorfosis» y «Crónica rosa rosae». En todas ellas, Álvarez se empeña en recordarnos que, aunque nos pese, seguimos teniendo mucho de romanos.