Hubo un tiempo, y no fue hace tanto, en que la palabra community nos sonaba a misa americana y la interacción consistía en cruzarse con un compañero en el pasillo del Colegio y decirle que el boletín había llegado tarde. Hoy la interacción se mide en clics, visualizaciones, comentarios y métricas de conversión. Y el community manager, esa figura entre el cronista digital y el psicólogo de guardia, lleva reloj biológico sincronizado con el algoritmo. Pues bien: en mayo de 2025, este que suscribe cuelga el hábito definitivamente —quizá lo hice hace un año—, guarda el teclado y deja paso a quien tome ahora el timón digital del Ilustre Colegio Oficial de Geólogos (ICOG). Eso sí, no cantéis victoria tan pronto: seguiré por aquí, en tareas menos visibles pero igual de necesarias —administración, calidad, protección de datos y otros quehaceres viejunos—. No os libraréis de mí tan fácilmente.

Podría decir que ha sido un camino largo. Pero sería inexacto: ha sido una singladura. Porque cuando empezamos no había redes sociales, pero ya existía comunidad. Y de esa me ocupaba yo. A golpe de teléfono fijo, correo de papel y eventos que organizábamos con más pasión que presupuesto. Luego llegaron las webs, los blogs, los boletines electrónicos, los primeros perfiles institucionales… y con ellos, la aventura de ser uno de los primeros en intentar que el ICOG no sólo comunicara, sino que conversara.

Hoy las cifras hablan por sí solas: más de 16.000 seguidores en Twitter (que ahora se llama X, porque los genios de Silicon Valley también tienen derecho a las tontadas), 17.000 en Facebook, 9.300 en LinkedIn, sus grupos profesionales bien nutridos, los canales de YouTube, Instagram y hasta un modesto TikTok que hace lo que puede entre tanto baile y tanta ocurrencia adolescente. Todo ello constituye un punto de partida más que digno para quienes continúen la labor.

¿Qué por qué me voy? Porque la enfermedad —esa visitante inesperada que no pregunta si puede pasar— me ha convertido en algo así como un “fijo discontinuo”. Y porque en el ICOG, como en todo ecosistema que evoluciona, hay proyectos nuevos que exigen nuevas manos, y viejos frentes que asegurar, también con nuevos relevos. Y porque en esto de la comunicación, como en la vida, uno debe saber cuándo retirarse con dignidad —o te retiran—.

Eso no quita que la experiencia no haya sido enriquecedora. He tenido la suerte de experimentar, de aprender, de equivocarme con elegancia (cuando se ha podido) y de acertar con discreción (cuando se ha dejado). He compartido ideas y estrado con colegas en foros como Caminos, Unión Interprofesional, CONAMA, la Complutense, Unión Profesional… y tantos otros espacios donde uno aprendía casi más de lo que contaba.

No me quejo. Nunca me ha gustado el papel de víctima. Me despido satisfecho, sabiendo que dejo algo que —al menos— no está peor de lo que lo encontré —no existía—. Con sus luces y sombras, como todo en la vida, pero con la conciencia tranquila de haber remado a favor del viento, o contra él si hacía falta, sin venderme al primer like ni regalarle el alma al engagement vacío.

Y dejo también una recomendación, concisa y sin emojis: fijad objetivos. Medibles. Claros. No basta con publicar. Publicar sabe hacerlo hasta una IA de medio pelo. Lo difícil es tener propósito, medir, aprender de los datos, corregir el rumbo. Esa es la diferencia entre tener redes sociales y tener estrategia. Entre estar por estar o estar para ser. Y si algo no se mide, no se gestiona. Y si no se gestiona, da igual lo que ocurra: nunca sabrás si ha ido bien, mal o regular.

Así que ahí lo dejo. Con la calma del que ha cumplido y el respeto del que ha aprendido, que ya es bastante. Hoy este viejuno digital deja la presencia para otros más frescos, más rápidos, o al menos con menos achaques. Y lo hace deseándoles lo mejor. Porque no hay mayor éxito en un relevo que ver cómo los que vienen detrás te superan. Y si es así, que lo será, me alegraré. De corazón. Y quizá hasta les dé un like. Si no me olvido la contraseña.

Nos vemos en otra página. O en otro tuit. O quizá en una charla. Porque cuando uno ha sido comunidad antes de que existiera la comunidad, nunca termina de irse del todo.

Artículo anteriorCuando el Ministerio de Trabajo dejó de buscar trabajo
Artículo siguienteCovadonga, 1303 años después: donde comenzó la Reconquista
Enrique Pampliega
Con más de cuatro décadas de trayectoria profesional, iniciada como contable y responsable fiscal, he evolucionado hacia un perfil orientado a la comunicación, la gestión digital y la innovación tecnológica. A lo largo de los años he desempeñado funciones como responsable de administración, marketing, calidad, community manager y delegado de protección de datos en diferentes organizaciones. He liderado publicaciones impresas y electrónicas, gestionado proyectos de digitalización pioneros y desarrollado múltiples sitios web para entidades del ámbito profesional y asociativo. Entre 1996 y 1998 coordiné un proyecto de recopilación y difusión de software técnico en formato CD-ROM dirigido a docentes y profesionales. He impartido charlas sobre búsqueda de empleo y el uso estratégico de redes sociales, así como sobre procesos de digitalización en el entorno profesional. Desde 2003 mantengo un blog personal —inicialmente como Blog de epampliega y desde 2008 bajo el título Un Mundo Complejo— que se ha consolidado como un espacio de reflexión sobre economía, redes sociales, innovación, geopolítica y otros temas de actualidad. En 2025 he iniciado una colaboración mensual con una tribuna de opinión en la revista OP Machinery. Todo lo que aquí escribo responde únicamente a mi criterio personal y no representa, en modo alguno, la posición oficial de las entidades o empresas con las que colaboro o he colaborado a lo largo de mi trayectoria.

30 COMENTARIOS

  1. ¿Viejuno digital? No lo creo. Siempre te has mantenido actualizado, experimentando y buscando nuevas formas de innovar. Desde mi punto de vista, eres un referente en el mundo digital. Si de ti dependiera, las redes siempre estarían vivas, con visibilidad y comunicación constante. Tu trabajo ha sido y es brillante compañero, un referente para los que trabajamos contigo.

    • ¡Gracias, Yolanda! Lo de viejuno digital es un decir… una licencia poética con canas. Ya sabes que uno se da a la épica hasta para colgar el teclado. Pero vamos, que sigo en la pomada, como se decía en tiempos del blanco y negro. Prueba de ello es este blog, que ya automatiza entradas, reparte los enlaces por redes, gestiona comentarios y, si me descuido, un día de estos me replica con voz propia. Al ritmo que vamos, el próximo community del ICOG igual es una IA con sentido del humor y carnet de colegiado. Eso sí: que no le falte retranca, o no pasa la entrevista.

    • ¡Gracias a ti, Antonio! Siempre fue un placer arrimar el teclado cuando hacía falta. Ya sabes que las buenas sugerencias son como los fósiles: algunas tardan en salir, pero cuando aparecen, dejan huella. Seguimos en contacto, que esto no es una despedida… es solo un cambio de formato. 😉

    • ¡Ahí va la hostia, Miguel Ángel! Uno de los pocos colegas de aquellos días en la asesoría, batiéndose el cobre con un servidor y otros compas de los que, con el tiempo, nada más supe. Porque sí, aunque algunos no lo crean, antes del ICOG ya venía uno fogueado.
      Gracias, compañero, por seguir ahí. Nos debemos unas cañas por aquellos tiempos del bonocaña en mitad de los años 80. Joder, qué viejos somos… pero aún damos guerra. 🍻
      Y ahora que nos cruzamos en esto de las redes, me vienen a la cabeza nombres como Mar, María, Esther, Estíbaliz… —maldito heteropatriarcado, sólo me acuerdo de las compañeras—. Será que las buenas personas, además de currar, dejan huella.

    • ¡Gracias, Carlos! El abrazo recibido y bien guardado, como los buenos vinos. Lo de mi labor en los medios ha sido más oficio que heroísmo, pero se agradece que lo digas así. Al final, uno hace lo que puede… y a veces hasta sale bien. Cuídate tú también.

  2. Uf me has hecho recordar los meses que estuve haciendo la “mili” (la prestación social sustitutoria) en el ICOG en el 96 y 97 y cuando la red social era la página web del Colegio. Has sido un auténtico pionero esto.

    ¡Que todo vaya bien! ¡Un abrazo!

    • ¡Qué bueno, Daniel! Aquella época en la que la red social era la web del Colegio… y con suerte, un tablón de anuncios en HTML estático. Qué tiempos. Me alegra haberte hecho viajar a esos días —cuando lo digital era casi artesanal— y saber que compartimos parte de esa historia.
      Gracias por tus palabras. Y que a ti también te vaya todo bien. Un abrazo fuerte, compañero de aquellos inicios con más ilusión que ancho de banda.

  3. Te retiras a descansar en el buen colchón que crean en esta sociedad personas como tú.
    Meconoticias y yo en particular te deseamos que seas feliz

    • Gracias, Alfredo. Lo del colchón suena bien… aunque uno, más que retirarse, cambia de trinchera. Eso sí, con alguna costura ya remendada y el sueño ligero.
      Meconoticias siempre fue un ejemplo de constancia y buen hacer, y tú, uno de esos compañeros con los que da gusto coincidir, aunque sea en los márgenes del ruido.
      Gracias por los buenos deseos. Se agradecen más de lo que parece… y se guardan donde cuenta. Un fuerte abrazo.

    • Gracias a ti, Manuel. Siempre fue un honor remar en la misma dirección, incluso cuando el oleaje digital se ponía bravo. Lo de “inmenso” quizá sea generoso, pero desde luego ha sido un trabajo constante, con vocación y muchas horas de teclado. Seguimos en la trinchera, aunque en otras batallas. Un fuerte abrazo.

  4. Enrique, eres un referente en la formación de muchas personas, bien informado, sabio, un pilar en la comunicación, los medios y otros muchos campos.
    Siempre tendrás mi admiración, respeto y agradecimiento.

    • Cristina, gracias de corazón. Palabras así abruman… pero también reconfortan. Si algo de lo que he compartido ha servido para formar, informar o simplemente acompañar a alguien en su camino, ya ha merecido la pena. Yo solo he puesto teclas, café y algo de tozudez; lo demás es mérito de quienes, como tú, han sabido escuchar, construir y seguir adelante.
      Un abrazo enorme. Nos seguimos leyendo… o tramando cosas buenas, que también se nos da bien.

  5. Gracias por estar ahí durante tantos años, siempre al pie del cañón, actualizándote, en una labor callada y sin embargo, tan importante. Que un organismo o entidad esté a la última en cuanto a todo el tema de comunicación digital dice mucho del mismo y de quién lo lleva. Exige una dedicación continua. El usuario piensa que está todo hecho y sin embargo, no es así. Es como los niños que piensan que la leche viene del brik de cartón. Hay mucho más detrás. Y tu siempre has estado ahí.

    Ánimos y un fuerte abrazo.

    • Gracias, Marc. Palabras como las tuyas hacen que todo ese trabajo —el visible y el que no lo es tanto— haya merecido la pena. Ha sido un largo camino, sí, pero con compañeros como tú, se anduvo con gusto. Y que sepas que estoy atento a tu próximo libro sobre geología y cine… que, por supuesto, tendrá su merecida recensión en mi humilde blog. Un fuerte abrazo.

    • ¡Gracias, Raquel! Y el gran abrazo va de vuelta… ¡pero esta vez con velas y confeti incluidos! 🎉
      Muchas felicidades en tu día. Que te regalen tiempo del bueno, risas sinceras y, si se tercia, un trocito de tarta geológica por capas. ¡Feliz cumpleaños, compañera!

  6. Muchas gracias Enrique por todos estos años de duro trabajo al frente de la cara visible y digital del Colegio. Seguimos por y para la profesión👏👏👏

    • Gracias, Rubén. Ha sido un honor ponerle cara —y a veces coraza— a la presencia digital del Colegio. Seguimos, claro que sí: por la geología, por la profesión… y por seguir dando guerra con oficio y sentido del humor. Porque esto no va de irse, sino de saber desde dónde seguir remando. 💪🌍

  7. Ánimo, Enrique. Cuando se cierra una puerta, se abre una ventana. Aunque sigas en el Colegio en otros menesteres, ahora podrás dedicarte más tiempo a deleitarnos con tu erudita, amena y documentada escritura, en este blog y donde se tercie. En «OP Machinery» tienes tu casa y un espacio para que te explayes a gusto. Y siéntete orgulloso porque has sido pionero en un mundo digital que tú has ayudado a madurar, y el Colegio no sería hoy lo que es si no hubieras estado tú ahí para elevarlo de categoría. Por otra parte, llevas tu enfermedad con una dignidad que sólo los grandes hombres sois capaces de mantener sin despeinaros. Eres el Blas de Lezo del sector. Un orgullo para mí ser tu amigo. Un abrazote.

    • Hay mensajes que uno no sabe si responder o enmarcar. El tuyo es de esos. Gracias, de corazón, por cada palabra. A estas alturas, uno ya no busca reconocimientos, pero leer lo que dices reconcilia con el oficio y da sentido a tantas horas invertidas en teclas, métricas y batallas digitales.

      Si algo he conseguido elevar, ha sido gracias a compañeros como tú, que creen, empujan y abren puertas —y ventanas— cuando hace falta. Sabes bien que «OP Machinery» no es solo una casa para mí, es un refugio donde uno puede escribir sin necesidad de disfraz ni corsé, y eso vale oro.

      Lo de Blas de Lezo me queda grande, aunque la cojera, el parche y las heridas de guerra ya las vamos acumulando. Y sí, la enfermedad se lleva como se puede: con dignidad si es posible, con humor si se deja, y con amigos como tú… siempre.

      Un abrazote enorme. El orgullo es mutuo, compañero de letras, trincheras y buenas conversaciones.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí